La Unión Europea (UE) se dispone a encabezar la iniciativa internacional en favor de la paz entre Israel y Palestina con un compromiso estructurado en fundamentos del derecho internacional pero que se encontrará con las dificultades que han frustrado los sucesivos intentos acometidos durante los últimos 30 años. La propuesta del responsable de la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, no parte de cero puesto que existe una experiencia previa de negociación entre sucesivos gobiernos de Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), primero, y la Autoridad Nacional Palestina (ANP), desde su constitución.

Los precedentes resultan desalentadores si se constata que el grado de avance pasado en los parámetros de seguridad, territorialidad, compromiso internacional y reconocimiento de la independencia de Palestina ya fueron los ejes de diálogos pasados que no surtieron efecto. Varios factores requieren ahora, de nuevo, el esfuerzo máximo por convencer a las partes. En primer lugar, el reconocimiento mutuo, que solo será posible si el extremismo de ambos lados es orillado para que no siga vetando el derecho a existir de ambos Estados.

A continuación, la seguridad y viabilidad de Israel y Palestina deberá estar garantizada por una cobertura internacional superior a ellos mismos. Pacificar la región pasa también por Líbano y Siria, además de anular la desestabilización que el antagonismo entre Israel e Irán provoca. El autogobierno palestino y su viabilidad económica y territorial son también parte de la solución. Los anteriores fracasos de las negociaciones –varias protagonizadas por el actual primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu– llegaron por la negativa a cumplir dos principios demandados por la ONU: el retorno de los refugiados palestinos y la marcha atrás en la política de colonización israelí.

De la dificultad del consenso habla el hecho de que en varias ocasiones el grado de acuerdo alcanzó al equivalente al 97% del territorio, sin que sirviera para sustanciar un acuerdo definitivo. Los dogmas siguen pesando más que el pragmatismo y siempre ha habido atentados e incidentes con víctimas que han acabado por frustrar los intentos pasados. El primer paso ahora tendrá que ser el fin de la ofensiva sobre Gaza o no habrá mesa sobre la que negociar.