Uno siempre acaba aprendiendo algo nuevo, incluso de los políticos. Ayer aprendí, vía Javier Esparza (UPN), que mitómano no es una persona enganchada a los mitos –yo, por ejemplo, con Dylan, Bird, Cohen, Knopfler, Waits, Gorospe, Martínez de Irujo, Alonso, decenas más– sino una persona que miente de manera patológica. El caso es que le adjudicó el adjetivo a Ramón Alzorriz, del PSN, al hilo de este enfrentamiento directo y enconado en el que lleva instalado UPN desde que se hizo pública la moción de censura en el Ayuntamiento de Pamplona. No conozco a Alzórriz ni las conversaciones privadas o públicas que haya podido mantener con Esparza y UPN –aunque es obvio que el PSN dijo que no apoyaría a Asiron en Pamplona, algo que luego rectificó, lo cual es una evidente mentira– así que me abstendré de valorar si acierta o no, pero lo que es obvio es que de sus análisis psicológicos UPN está sacando decisiones políticas y Esparza ya ha prohibido a sus gentes en Egüés, Estella y Barañáin –que no son tres pueblos pequeños precisamente– y donde gobierna en minoría que negocien absolutamente nada –presupuestos incluidos– con el PSN. Esto es: Esparza antepone su cruzada personal y política al día a día de los ciudadanos de estos tres municipios, que se pueden ver afectados –y mucho– por la negativa de llegar a acuerdos. Son nada menos que 22.000 personas en Egüés, 20.000 en Barañáin y 14.000 en Estella, la nada despreciable cifra de 56.000 ciudadanos, que van a ver como de seguir firme UPN en su negativa a ponerse de acuerdo en nada es impepinable que les salpique –para mal– en cuestiones de su día a día. La clásica y ya antigua situación por la cual la inquina entre los partidos perjudica claramente a los contribuyentes, ya de por sí hartos –en general– de aguantar a unos y a otros. Entre supuestos mitómanos y supuestos pirómanos anda el fuego, que quema a otros.