“Disponible local 1.100 metros cuadrados. 3 plantas. Ascensor interno. Salida de humos para hostelería. Tel 6--------“. La gran pancarta roja sobre el letrero del comercio Euskal Piel en la calle Zapatería de Pamplona ha estado colgada del primer piso durante años. Tantos que parecía formar parte de ese precioso edificio protegido, de la fachada de una de las bajeras más deseadas de la ciudad, la misma que a muchos nos hizo imaginar qué haríamos con ella si nos sobrara la pasta para comprarla.

Por tamaño, ubicación, etc. era objeto de deseo de inversores varios, pero las gentes de a pie también soñamos con ese local como el lugar perfecto para algunas de las muchas necesidades del Casco Viejo. Pisemos tierra. La maquinaria ha entrado en la bajera e imagino que los vecinos se preguntarán si por el camino van a perder la tranquilidad de la que han disfrutado cuando un nuevo establecimiento de hostelería –con una licencia obtenida tras no pocas vicisitudes– se instale bajo sus casas. Mientras tanto, a pocos metros de allá, está a punto de cerrar otro de esos pequeños comercios que no meten tanto ruido pero que nos han hecho felices durante décadas, además de enseñarnos ya en los ochenta otras ropas, artesanías y bisuterías que aquí casi nadie llevaba. Gracias Jitu.