La Korrika, la carrera a favor del euskera que cada dos años y desde 1980 recorre Euskal Herria, nació con idea de impulsar la concienciación en favor del idioma y recabar fondos para los euskaltegis de AEK. Esta 23ª edición se desarrollará en 11 días y 10 noches sin que el lekuko deje de pasar de mano en mano, sin detenerse. Esto es sabido y, en verdad, la Korrika es sobre todo un gran invento. Una idea-éxito que, cómo no, se fraguó alrededor de una mesa. Cinco personas se reunieron a cenar patatas a la riojana y a pensar cómo desarrollar una campaña en pro del euskera. Partiendo de la idea de llevar a todo el mundo a un sitio, concluyeron que era mejor trasladar la reivindicación a mil lugares. Entonces ya había concentraciones que se hacían andando e imaginaron que en este caso era mejor correr. Y nació Korrika. La primera transcurrió sólo de Oñati a Bilbo, la que este fin de semana cruza Navarra tendrá más de 2.000 kilómetros y no falla. Siempre hay padres con bebés a cuestas, críos ilusionados de aquí a allá, gente de todas las edades, a cualquier hora, en masa por las ciudades o sólo dos gatos en parajes solitarios, helados en medio de una ventisca de nieve o asfixiados de calor. Algunos la aborrecen. No es para menos porque es un exitazo. Así que: arrakasta handia.