La política tóxica se expande como una mancha de aceite. Porque de eso trata lo que ocurrió cuando dos grupos de estudiantes de Derecho de la Universidad de Navarra visitaron el Parlamento foral y algunos de ellos dejaron insultos a la presidenta y a los parlamentarios como recuerdo. Puede ser una idiotez infantil protagonizada por estudiantes ya en la Universidad. Si fuera así sólo sería otro ejemplo de la facilidad con la que algunos alumnos llegan a las aulas universitarias con una capacidad intelectual por debajo del tucán.

Pero va más allá de eso. Chivite es la presidenta de Navarra y el Parlamento es la sede de la voluntad libre y democrática de las navarros y navarros. Representan la democracia en Navarra y los insultos de zorra, etarra y masones –que atufan a aquel régimen casposo y machista del franquismo–, van dirigidos a ellos como sujetos, pero la intencionalidad última son las propias instituciones democráticas, que son el objeto real de las descalificaciones.

Esos insultos, más allá de su supuesto arrepentimiento, forman parte de esa política que diariamente azuza la confrontación y la inestabilidad contra la el modelo de convivencia sobre los valores de la democracia, los derechos humanos y el pacto social que sostiene el Estado de Bienestar. Tiene su centro de acción en la política y los medios de Madrid, pero su hedor se extiende fácilmente y forma parte de un movimiento político e ideológico que se extiende por toda la geopolítica mundial. Tienen líderes, poder, dinero, lobbies, medios, colegios, editoriales, fundaciones... Estos alumnos son sólo la parte más simple de todo ello.

Pero que el dedo no impida ver la luna. Lo que subyace tras esos insultos es la toxicidad y la desinformación que marcan hoy el auge de un pensamiento político que rechaza los derechos y los deberes de la convivencia democrática. El mínimo respeto a los demás en primer lugar. Es de lo que se ríen y a lo que tratan de desprestigiar. Ayer mismo alumnos de dos centros de 4º de Primaria de Marcilla y Pamplona pasaron un rato como parlamentarios en la misma Cámara foral. La imagen es otra.