La serie empezaba con una musiquita muy característica que desembocaba tras unos compases rotundos en la proclamación del título de la comedia por capítulos: Enredo. Es un serial televisivo viejuno, de finales de los 70 y principios de los 80, pero tuvo tal impacto –novedad a blanco y negro–, que el éxito de aquellos episodios liosos y liantes, con personajes desternillantes en situaciones rocambolescas, ha hecho que aquella melodía de presentación sirva de introducción ahora cuando en algún medio se va a tratar de algún asunto enredado, pero con su punto cómico.

Estos días han puesto la sintonía en varios medios para hablar de eso de monjas las clarisas de Belorado. “Eso” es el único término que se le está ocurriendo al personal para designar “aquello” que está sucediendo y que es imposible de entender y menos de explicar. Porque, quién sepa de qué va este embrollo que tire la primera piedra, o que calle para siempre, que no hay correlación entre una aseveración y otra pero ambienta este jeroglífico. Aportando luz al tema, un familiar de una de las clarisas dijo el otro día que hay un interés inmobiliario detrás de abandonar la tutela eclesiástica –se van de la Iglesia–, pero que el principal motivo es “una nueva forma de vivir la fe”. Hasta aquí queda todo claro. Pero cuidado, las monjas clarisas de Vitoria-Gasteiz presentarán una demanda en los tribunales de justicia para reclamar la anulación de la venta del monasterio de Orduña a las clarisas de Belorado por “incumplimiento” del contrato por parte de estas últimas. Ahora ya queda clarísimo.

La verdad que esta aventura inmobiliaria con advertencia de excomunión –las monjas se la están jugando en su campo– tiene el interés de un asunto liviano y loco, que toma fuste en los informativos y programaciones porque en medio de tanto drama y dolor no viene mal el humor, dicho con todos los respetos, que hay comicidades que son cosa seria. Porque que aparezca un obispo excomulgado –duque imperial, príncipe elector del Sacro Imperio Romano Germánico y cinco veces Grande de España, dice de sí mismo– como nuevo tutor de las monjas en rebeldía y un portavoz de las clarisas expresidente de la asociación de los barman de Vizcaya –para la hostelería no vale cualquiera– no deja de impulsarnos a una sonrisa entre tierna y de preocupación. Lo que anda suelto por ahí.

Enredo. Suena la melodía.