Es acojonante que durante 25 años unos recibidos de la contribución de Pamplona hayan estado parados y que no se nos haya subido año a año el IPC o lo que fuera y que ahora de repente, por la ineptitud de los equipos gestores –de todos los equipos gestores desde entonces. Reitero: todos–, los ciudadanos de Pamplona con bienes inmuebles que nos costaron un ojo de la cara en esta ciudad cada vez más barata y amable vayamos a ver cómo de golpe y porrazo se nos incrementa este impuesto de media un 30 y pico por ciento y según las zonas y barrios el 60%, 80% y hasta más del 100%.

Es fascinante la dejación de sus funciones que se pueden llegar a hacer en política y que esta dejación no suponga perjuicio ninguno para quien la lleva a cabo, como si a todos nos sobrara la pasta. ¿Pagaba usted 250 euros anuales de contribución? Nada, aquí tiene: 400. Me dirán ustedes: coño, todo eso que te has ido ahorrando con el paso de los años. Pues sí, te lo has ahorrado, en detrimento de la ciudad, por otra parte, que ha visto cómo sus presupuestos se han visto mermados en parte por no actualizar catastro. Pero, yo al menos, prefiero que me suban poco a poco que no este sartenazo en toda la nuca. Aunque también es verdad que si mis impuestos iban a servir para pagar cosas como las placas del encierro que puso Ibarrola pues casi mejor congelados.

28.000 euros para colocar 16 placas, de las que finalmente se han colocado 8 y que se van a tener que retirar porque resbalan mucho para correr el encierro. 28.000 euros para 16 placas de fallecidos en el encierro. Serán de oro y diamantes, las placas, virgen santa de la Merced y de Navarrería. No, si al final de lo que te acabas dando cuenta es de que antes o después tu acabas pagando lo que te corresponde, mientras que quien pasa por allá solo se lleva un par de reproches que les entran por allí y les salen por allá.