Atención a este ensayo: La Transición según los espías. Libro recién salido del horno de Jorge Urdánoz, filósofo de la Política y el Derecho, profesor en la UPNA y en la UNED, que investigando sobre el sistema electoral español se encontró con los cables que el embajador de EEUU en España del 75 al 78, Wells Stabler, enviaba a Henry Kissinger.  Océano informativo que Urdánoz ha seleccionado en un texto breve editado por Akal.En algunas cuestiones, se desprende que las cosas no sucedieron como nos han dicho”, subraya el autor, para quien la Transición estuvo “mucho más dirigida por las élites del franquismo de lo que nos han contado”. Urdánoz ha explorado las tripas y tentáculos del poder en esos miles de cables, que aportan información sustanciosa, “el bien más preciado por todos aquellos que atesoran el poder de decidir”. Aquel embajador mantuvo una intensa agenda de reuniones donde “todos le decían lo que realmente pensaban, no lo que luego afirmaban en los mítines, en los artículos de prensa o en los programas electorales”. Stabler, que hacía “análisis mucho más atrevidos, certeros y brillantes que los de Kissinger”, se mostró más que comprensivo ante la intención de Suárez de legalizar al Partido Comunista, transmitida una semana antes de los asesinatos de los abogados de Atocha. Fue un momento audaz de quien acuñó el`puedo prometer y prometo’. Sin embargo, bien lo sabemos, el hombre que recibió del rey la presidencia del Gobierno se preocupó muy mucho de que la monarquía fuera intocable.

Jorge Urdánoz ha indagado entre miles de cables enviados por el embajador de España, Wells Stabler, a Henry Kissinger en la Transición

Por ello, apunta Urdánoz, “se le arrebató al pueblo la posibilidad de elegir”. La Constitución la acorazó como si esta fuese un “derecho democrático fundamental”, arquitrabe del sistema. Con este blindaje no es de extrañar que la reina Sofía dijera a Pilar Urbano en 1997 que “hay que ser monárquico, como hay que estar a favor del Estado de las autonomías, porque lo dice la Constitución”. Hoy a su nieta la heredera la promocionan con ese peloteo bobalicón sobre el que se erige una institución que sin propaganda sería muchísimo más frágil. La monarquía se nutre de adulación y pasteleo continuos. Trabaja, indefectiblemente, para sus propios intereses; esto es, su perpetuidad. Y se construye sobre un material muy endeble, el de una familia habitante de una jaula de oro. Por eso, como explica Urdánoz, a partir del 76 la república desapareció como “horizonte de posibilidad”.Que el rey disponga del mando supremo de las Fuerzas Armadas constituye para este profesor “una rémora del absolutismo”. También critica su inviolabilidad, y considera una “aberración” que “en pleno 2024 se mantenga la cuasi Ley Sálica” en la Constitución. Que Zarzuela “tenga entrada en el CNI o que el presupuesto de la Casa Real no esté por completo fiscalizado por el Parlamento”, según Urdanoz, “son otras herencias incompatibles con cualquier justificación democrática”. Entre tanta espuma, bienvenidas las visiones que no idealizan la Transición y los textos que nos tratan como adultos y nos ayudan a entendernos mejor. Como señala el autor, en las Cortes Constituyentes de 1977 “la izquierda y los nacionalismos lograron un 55% de los votos, y sin embargo las reglas electorales pactadas por la élite franquista les dejaron en minoría, con un 45% del Parlamento”. El año que viene, en 2025, se cumplirá medio siglo de la muerte de Franco. Hora es de que cundan los ángulos más veraces sobre lo que sucedió a partir de entonces. Las fábulas nos infantilizan como eternos súbditos. Visto lo visto, la efeméride se utilizará para reverdecer laureles, a mayor esplendor de Juan Carlos I y gloria de Felipe VI, que ahora cumple 10 años en el trono. La comunión de intereses funciona así. Al tiempo.