El PNV y el PSE-EE han acordado unas bases de gobierno que marcarán el devenir de la primera legislatura de Imanol Pradales como lehendakari respaldado por la mayoría absoluta de ambos partidos. El preacuerdo anunciado materializa un diagnóstico de consenso en suficientes ámbitos, buscado por ambas fuerzas y que, libres de las servidumbres del calendario electoral, les permite compartir prioridades por encima de divergencias. Salvaguardar una acción de gobierno práctica, resolutiva y con el foco en la ciudadanía y su bienestar es la clave de futuro.

No es casual que ese bienestar colectivo y el soporte social que aporta la estructura de servicios públicos encabece el listado de objetivos del preacuerdo. Pero tampoco que no se limite a ellos y trascienda la mera prestación de la estructura sanitaria, educativa, laboral o de calidad de vida para apuntar además a la superación de desigualdades de toda naturaleza.

Mantener el pulso de este compromiso está indisolublemente unido a la capacidad de disponer de una economía sostenible, tanto en lo ambiental como en lo productivo. En este aspecto, el acuerdo asume la voluntad de reforzar el tejido industrial en convivencia con la protección ambiental y suficiencia energética. Es un compromiso con el modelo que ha permitido alcanzar los niveles de bienestar actuales, con la aportación de su valor añadido tanto en términos de PIB como de calidad en el empleo.

El acuerdo recoge un objetivo explícito en la extensión de esas condiciones de empleo y señala la necesaria suficiencia energética descarbonizada. Son los retos que encara cualquier democracia desarrollada y se deben afrontar sin demora, sin desatender otros sectores como el primario o el turismo y servicios. La deslegitimación de toda forma de violencia pasada o presente –propiciando la memoria, la igualdad y la diversidad– es también exigencia frente a la frivolización de pasadas y presentes violencias ideologizadas que ahora castigan a las mujeres y a las minorías. En materia de autogobierno, esta legislatura debe completar un ciclo y abrir uno nuevo con más competencia, eficiencia y visibilidad exterior de las capacidades vascas. Desde el sentido práctico que ha hecho de la autogestión sinónimo de mayor bienestar ciudadano. Sin renuncias pero con prioridades inmediatas que exigen respuestas concretas.