Somos la séptima comunidad con la vivienda en alquiler más cara del Estado. Y estamos entre las quince comunidades autónomas que superan los precios máximos del alquiler alcanzados en 2007 durante la burbuja inmobiliaria. De hecho, Navarra alcanzó en abril el récord de 11,75 euros de media por metro cuadrado. 17 años después de que estallara la crisis del ladrillo el acceso a la vivienda sigue siendo un problema de primer orden.
El ritmo de encarecimiento de la vivienda en los dos últimos años, el desequilibrio entre oferta y demanda, y la escasa oferta de vivienda pública en alquiler explican la situación. Un piso con dos habitaciones cuesta 1.000 euros al mes en la calle Madrid de Lezkairu, 1.100 en Avenida de Barañáin, 950 euros en la calle Isaba 790 en Jarauta sin ascensor. Quien tiene un piso tiene un chollo. Y, a diferencia de la anterior burbuja, la demanda es superior a la oferta. Los altos tipos no parecen derribar los precios y el Euribor ya ha empezado a bajar lo que puede significar que se pueden incorporar al negocio nuevos inversores con hipotecas más baratas.
Las ayudas que da el Gobierno para jóvenes siempre que la renta de la vivienda no supere los 700 euros mensuales se enfrentan a un mercado imposible (o con trampas) en determinadas zonas de la ciudad. Pendientes de que se pongan topes a los alquileres, a crear un registro público de contratos y a tener un parque de vivienda pública más potente mientras tanto la vivienda sigue siendo una atractiva inversión para pequeños o grandes propietarios. Y eso sin contar con un cartel de pisos turísticos peligroso como ocurre en otras ciudades.