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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

La comodidad en un mundo jodido

La comodidad en un mundo jodidoEldson Chagara

Que Navarravaya bien como una sociedad cómoda en el camino del bienestar, el empleo, la prosperidad y la convivencia como escribía el domingo en este mismo espacio no puede hacernos obviar que el mundo del que formamos parte tiene cada vez más zonas oscuras y difíciles para los seres humanos que parecen muy lejanas, pero que no lo están tanto. Lo debatimos por la tarde varios amigos y amigas. Cientos de millones de personas malviven hambrientas y que hay otros 2.300 millones de hombres, mujeres y niños con problemas de alimentación. Miles además no tienen acceso al agua potable. En total, la mitad de la población en riesgo máximo. Las cifras son muy duras.

No suelen ocupar portadas ni abren titulares y menos aún se debaten en esas tertulias donde lo que impera son los bulos. Pero son reales. No hay alarmismo. La miseria es igualmente una situación en nuestro paraíso Occidental. Millones de personas en la UE y una parte de esos millones también aquí, junto a nuestras casas. Es la sinrazón causada por la explotación humana, climática y de recursos naturales o por las guerras, silenciadas o no, en todo el mundo. La miseria y la deshumanización como negocio que excluye de la alimentación, del agua, de la sanidad, de la educación, de la vivienda... a miles de millones de seres humanos como nosotros. Se produce lo suficiente para alimentar a casi el doble de la población mundial, pero eso no es negocio. La codicia es ilimitada.

La especulación en los mercados ha alcanzado definitivamente a los alimentos y el derecho a la vida sigue sin ser un derecho fundamental para millones de personas. Lo prioritario para el capitalismo de mercado no son las personas, sino el negocio. Se inflan los precios de los alimentos básicos, se compran y venden las cosechas del futuro de trigo, arroz o maíz o los acuíferos en un negocio redondo con la vida de otros. Por supuesto, la política lo sabe, pero la política hace tiempo que ya sólo actúa al dictado de la economía. Los burócratas en las instituciones internacionales y los tecnócratas en los organismos financieros y bancos centrales que dirigen las políticas económicas mundiales tienen claras las prioridades.

Un modelo ultraliberal de especulación globalizada que ha terminado en un inmenso naufragio del que se intentan rescatar los restos para unos pocos sigan acumulando riqueza a costa del empobrecimiento de miles de millones. Regresan los muertos reales de hambre mientras crecen los miles de millones de euros de beneficio especulativo a costa de esas muertes injustas, dramáticas, evitables, inhumanas e inmorales. Ni es economía, ni es libre mercado, es simple especulación, estafa y corrupción. Un robo masivo a la Humanidad.

Pero nos quieren hacer creer que lo inútil es la solidaridad y la justicia social. Todo ello acompañado de un progresivo crecimiento del autoritarismo en el mundo, incluidos los sistemas democráticos. Recordé alguna otra vez lo que afirmaba Louis Brandeis, miembro de la Corte Suprema de EEUU en plena Gran Depresión, “podemos tener democracia o podemos tener la riqueza concentrada en pocas manos, pero no ambas a un tiempo”. Quizá hoy aún no sea muy tarde. ¿O para qué sirven entonces los valores de la democracia?