Soy de las que se ha devorado el ‘caso Sancho’ al menos en el último tramo coincidiendo con la sentencia que condena al hijo del célebre actor a cadena perpetua. Ayer supimos que arroz con caldo dos veces al día es la dieta que le espera en la prisión de Surat Thani en Tailandia. De veras que la vida no puede ser más loca. Quien parece que lo tiene todo pero seguramente ambiciona más y más... la miseria humana, la capacidad del ser humano para acabar con la vida de otra persona de forma premeditada, la forma de deshacerse del cuerpo...

No seré yo quien juzge lo que pasó por la cabeza del chef influencer pero esa imagen impertérrita del chico de la melena rubia en camiseta y pantalón corto dando detalles a la policía tailandesa de la escena del crimen me deja helada. Sociópata, psicópata, desesperado... todo es especular por especular. Me pongo en el más que rotundo papel de la hermana colombiana de Edwing hablando de la voluntad de Dios pero siendo en realidad una pieza fundamental en el esclarecimiento del caso.

Pienso si además de amor conocían la vida real de su hermano. Como tampoco dejan de sorprenderme algunas informaciones que apuntan a la práctica del yachting o gay por pago, al parecer un tipo de prostitución masculina en el que no importan ni el género ni la orientación sexual. Desconozco los vínculos reales, sexuales o emocionales, pero es un mundo oscuro que crees que sólo existe en las cloacas de los bajos fondos de la sociedad. Max estrena una nueva entrega de El caso Sancho el 13 de septiembre. Apunto.