No parece que vaya a parar Israel hasta liquidar al máximo número de palestinos y libaneses que esté en sus manos. Bajo el pretexto de que hay infiltrados terroristas por todas partes termina masacrando a una buena parte de la población civil, tanto en Gaza como ahora en Líbano. En este caso ha utilizado como bombas buscapersonas y walkie talkies. Olvídense del fabricante porque no quedará ni rastro de esta operación.

Quien creyó que no teniendo un móvil iba librarse de ser espiado por el Mossad –y por cualquier servicio secreto americano, ruso o chino– se equivocó. No es tecnología de vanguardia lo que al parecer ha utilizado Israel para asesinar esta vez a 26 personas y herir a otras miles. Con los ‘buscas’ de los años ochenta y noventa, pequeños receptores de radio que reciben mensajes pero no emiten señales, los han cazado igual.

Han pasado 28 años del asesinato del fabricante de bombas de Hamás Yahya Ayyash por parte de Israel cuando su teléfono –previamente manipulado– explotó en su mano. Sabemos que gracias a los móviles nos vigilan de cerca y pueden hacer con nosotr@s lo que quieran. Y que hay programas espía que pueden acceder a nuestra información personal, muchas veces por no conceder todos los permisos que demandan las app.

Vivimos muy conectados e informados pero permanentemente vigilados. Y quizás cuando nos demos cuenta y creamos ser más listos que ellos habrán vuelto los espías como los que hemos conocido a lo largo de la historia, infiltrados entre nosotros, sin móviles ni ordenadores. O quizás ya estén entre nosotros. Cada uno con su guerra.