El viernes es 1 de noviembre. A la fecha le va la humedad, el gris, los árboles liberando las hojas que ya no pueden alimentar y el verdín. Un escenario que recuerda que seremos humus y no es lo peor que se puede llegar a ser. Humano deriva de humus. Es un círculo, nos reintegraremos al ciclo de la materia sin individualidades, puras moléculas igualitarias. Sin necesidad de conciencia. Será tanta la homogeneidad que no cabe hablar de confusión o promiscuidad. No seremos y será otra cosa que ya venía siendo a la que aportaremos lo que aportó el resto. Conviene contemplar esta foto de vez en cuando porque resitúa.
Pasar de protagonista a ingrediente es un viaje que en algunos casos será más largo que en otros. No es lo mismo facilitar la tarea a la naturaleza entregándose al fuego purificador y volviendo a la tierra que rodearse de envoltorios que pueden llegar a alcanzar la categoría de edificación. Son maniobras de dilación que consiguen que la muerte tarde más en igualar, en borrar la memoria, volver los nombres anticuados, aplacar los apellidos.
Vivo todo esto escasa de ritos y formas. Se debe a que ese era el talante de casa y casi todo se hereda. Es más evidente con los años, claro, cuando una opone menos resistencia a la realidad. Aunque esta herencia me gusta —un toque de asilvestramiento resulta refrescante y quita mucho trabajo— no está reñida con la conveniencia de que el personal cercano informe de sus deseos o preferencias por si es necesario atenderlas. S, por ejemplo, tiene elegida la banda sonora y propone dos versiones. El otro día las escuchamos. Yo tengo que perfilar un poco más qué quiero para dejarlo claro. Y ustedes, ¿qué tal lo llevan?, ¿ya le han dado alguna vuelta?