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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

Arrasa Trump, riesgos para la democracia

Arrasa Trump, riesgos para la democraciaYURI KOCHETKOV

Gana Trump. Bueno, no solo gana, sino que arrasa a Harris y será el 47º presidente de EEUU, el primero ya condenado penalmente por fraude y abusos sexuales. Vienen tiempos de curvas peligrosas. Un tiempo sin otras reglas que no sean las del más fuerte. No sólo para EEUU, sino para el conjunto del sistema democrático mundial.

Trump ha ganado con un discurso repleto de bulos y falsedades, racista y machista, pero con un poderoso aparato mediático y redes sociales le ha servido para movilizar al electorado mucho más que Harris. Seguramente, no era una buena candidata para el Partido Demócrata. Llegó a última hora, por la puerta de atrás y sin concurrir a las primarias, para tratar de superar la más que evidente decadencia física y mental que mostraba Biden en público. El mandato de Biden ha sido nefasto tanto internamente –la mayoría de los estadounidenses consideraban que estaban mejor hace cuatro años que ahora–, como internacionalmente, llevando a EEUU a dos costosas y lejanas guerras en Ucrania y Palestina. Y Harris ha sido su vicepresidenta y visto el resultado no ha podido evitar trasladar a la sociedad que iba a seguir siendo más de lo mismo y ha sido capaz de construir un discurso político mínimamente atractivo.

Sin duda, en una parte del votante demócrata, sobre todo más joven, su posición ante el genocidio en Palestina de cierre de filas con el desastroso seguidismo de Biden a Netanyahu ha sido también un relevante elemento de influencia en su pérdida de apoyos. La victoria de Trump era una posibilidad real en todas las encuestas, pero la demoscopia falló una vez más al insistir hasta última hora en un resultado muy ajustado cuando la realidad es que ha sacado cinco millones de votos populares más que Harris, quien ha se ha dejado en la calle unos 15 millones de apoyos que hace cuatro años sí se movilizaron por Biden.

El resultado es desastroso –Trump controlará también el Congreso, el Senado y el Tribunal Supremo–, y el Partido Demócrata tiene que darle una pensada a lo sucedido la jornada del martes. Como lo tienen que hacer la UE y las posiciones políticas que aún defienden los valores de la democracia, el derecho internacional y los derechos humanos en Europa y otros lugares del mundo. Quizá ni el mayor riesgo de este resultado sea Trump –tiene 78 años y si llega al final del mandato tendrá 82–, sino todo el conglomerado empresarial, político, mediático y religioso ultra que le ha aupado hasta ahí.

Un frente político-económico global que tiene representantes y en aumento por toda el ámbito internacional. El objetivo no es tanto el poder –ése ya lo tienen–, como la propia democracia y su reglas de control de ese poder. Los valores de la democracia son una cosa que les interesa poco o más bien nada, solo como un accidente político que tiene valor en cuanto les sirve para alcanzar el poder y si no es útil para perpetuarse en el mismo, se liquida. Su concepción del poder se asienta en su verdad absoluta de que son los únicos depositarios de las esencias y capacidades de conducir la vida de los demás por una mezcla de ley natural y voluntad divina. Esa ha sido la base del discurso de Trump. Puede parecer que está aún lejos, pero que nadie piense que no puede llegar algo así a Navarra. Se está extendiendo, cada vez se acerca más y hay discursos políticos que pretender ser respuesta y son alimento para los intereses de la ultraderecha.