El diapasón del Gobierno de Navarra, desafinado. Por razones presupuestarias, ha decidido no incluir en el programa oficial del Día de Navarra los conciertos de Bandas y Coros, una de las actividades más características de la festividad de San Francisco Javier, patrón de la Comunidad Foral. Decenas de agrupaciones corales e instrumentales se dispersaban por nuestra geografía. Los viajes se cancelaron hace años y cada entidad pasó a ocupar sus respectivos escenarios locales.
En algunos casos, por amistad y por cercanía, se hicieron permutas voluntarias. Mantiene, eso sí, el concierto oficial a cargo de la Orquesta Sinfónica de Navarra y alumnado del Conservatorio Superior. En Baluarte, al que acuden las autoridades recortadoras. Las Federaciones de Coros y Bandas han reaccionado con sorpresa, malestar y dignidad. Sonará música. Altruista y con entrada libre. En esa libertad y confianza descansaba el vicepresidente Félix Taberna, aspirante a vocalista de Tahúres Zurdos, más por tahúr que por zurdo. La pequeña inyección económica contribuía a gastos ordinarios.
El programa de cada concierto debía iniciarse con el Himno de Navarra y se recomendaba una hora común de comienzo. La exageración política –una de sus peculiaridades– ha llevado al alcalde de Tudela y vicepresidente de UPN, Alejandro Toquero, a insinuar que el propósito de la cancelación de los conciertos puede ser que no suene el Himno de Navarra: “¡Vergonzoso. Qué bajo han caído!”, ha lamentado.
Se ha contenido y ha evitado la sugerencia de que el programa termine con “Y viva España”, para una fiesta “Entre flores, fandanguillos y alegría”. Uno de sus estímulos musicales por megafonía antes del chupinazo ribero. La eliminación de la financiación recorta ingresos a las entidades culturales y descuida una promoción de convivencia entre pueblos. Suspenso al Gobierno en armonía. Musical y social. Sobresaliente en cornetín de órdenes. “Marca Navarra, una forma de funcionar”.