Hace unas noches, uno de los mejores –sino el mejor– tirador de la historia del baloncesto, Stephen Curry (Warriors), lanzó 17 veces a canasta. Solo 1 de los 17 intentos fue dentro de la línea de 3 puntos. Los otros 16 fueron intentos desde fuera de la línea de 3. Recuerdo los primeros años en la ACB cuando se introdujo la línea de tres, con Charly López Rodríguez y Chicho Sibilio pugnando por ver quién metía más. No pasaban de 1 o 2 por encuentro. En la NBA sucedía más o menos lo mismo. En 1986, Larry Bird fue el que más triples metió, con 82 triples (1 por partido) de 196 intentos. El año pasado, Curry metió 357 (4,5 por encuentro) de 876. Se tiran 4 veces más triples que entonces y la dinámica de los últimos años no es sino a galope hacia un juego en el que el triple es casi como un tiro de 5 metros de hace unos años.

Hace unas noches los Celtics intentaron 51 triples. El caso es que los porcentajes de acierto siguen siendo buenos, lo que dice o mucho de los tiradores o poco de los defensores o ambas cosas. El asunto es que el propio juego ha cambiado mucho y tenemos a gente de 2,24 como Wembanyama metiendo tres triples por partido, como un base o un alero buenos de los 90, una dinámica en la que están muchísimos hombres altos.

¿Cambiaría algo la situación si se retrasase algo más la línea –7,24 metros en el frente y 6,75 en las alas– o es una tendencia ya imparable de la manera en la que se juega? No lo sé, la verdad, pero seguir NBA en temporada regular es muchas veces un ejercicio bastante tenaz, puesto que el bombardeo de tres y las defensas muy lights abundan en muchos encuentros. En paralelo, las audiencias bajan en picado en este inicio de temporada y seguro que las mentes pensantes ya maquinan para que el desinterés no devalúe más un campeonato que muchas veces empieza en play-offs. ¿Más ventajas a los mejores de la Liga Regular al margen del factor cancha?