Israel está cometiendo “sin pudor, de forma continuada y con absoluta impunidad” un genocidio en Gaza, “con la intención específica de destruir a la población palestina de la Franja” y “siendo plenamente consciente” de estar causando un “daño irreparable”. Esta es la conclusión de un informe de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional. Es cierto que Amnistía Internacional ha tardado más de un año en llegar a una conclusión que es de hace tiempo un clamor en el mundo, pero es otra organización más que se suma a la denuncia del genocidio y la limpieza étnica que está sufriendo el pueblo palestino en Gaza y Cisjordania. Ya lo han hecho otros grupos ds defensa de los derechos humanos como Human Rights Watch, instituciones internacionales de la ONU o la Corte Penal Internacional que ha dictado una orden de detención sobre Netanyahu –a quien el cerco judicial en sl propio Estado de Israel cada vez le presiona más–, además de cientos de ongs de todo el mundo. Una masacre permanente, con los niños, niñas, mujeres y ancianos inocentes como víctimas mayoritarias, un desplazamiento forzoso ilegal continuo y una nueva destrucción y ocupación también ilegal de tierras palestinas. Pero nada de ello ha podido parar la matanza indiscriminada en Palestina, en gran medida por la pasividad y el desentendimiento cobarde de la mayoría de los líderes occidentales, que cuando no han apoyado directamente a Israel han optado por mirar para otro lado. En este sentido, Amnistía Internacional señala “la inacción absoluta y vergonzosa de la comunidad internacional para presionar a Israel” y exige a los Estados que dejen “de fingir impotencia” y se movilicen para poner fin a este genocidio. Palestina es otro ejemplo que añadir al historial de hipocresía de la comunidad occidental en el concierto de la geopolítica internacional, otro ejemplo de cómo se aprueba una legalidad y una protección de los derechos humanos que Occidente exige sean respetados, pero que obvia la obligación de cumplirr esas normas cuando el que se las salta es una aliado como es el caso de Israel. La doble vara de medir de un Occidente con cada vez menos credibilidad y también menos poder en el mundo. Escribí estas pocas líneas que sigue hace ahora un año y desgraciadamente siguen vigentes. “Resulta creo imposible no imaginar este presente en las tierras de Palestina, la mítica Tierra Santa de la cristiandad, al disfrutar del arte de los belenes con el nacimiento de un niño en un pesebre en un cobertizo destartalado o en una cueva junto a su madre y su padre y la compañía de un asno y una vaca. Ese niño sobrevivió un tiempo antes de ser inhumanamente sacrificado en los altares del poder político y religioso que imperaba allí hace más de 2.000 años. Al menos a mí, se me cruzan las imágenes y los vídeos de esos miles de niños y niñas asesinados, heridos, llorando perdidos en medio de una matanza igualmente inhumana”. También resulta imposible imaginarse la vida de los rehenes secuestrados por Hamas desde hace más de un año abandonados a su suerte por Netanyahu y por su propio Estado. Este año 2024 tampoco habrá Navidad que celebrar en Belén, y quizá nunca más haya Navidad que celebrar.
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