Dice el informe PIAAC, el PISA para adultos, que España está a la cola de la OCDE en comprensión lectora, matemáticas y resolución de problemas. Añade que casi un tercio de la población tiene solo nociones básicas en los tres campos y que la situación no ha mejorado en la última década. Para comparar, unos datos demoledores: solo el 4% fueron capaces de comprender y evaluar textos largos y densos de varias páginas, captar significados complejos u ocultos y utilizar conocimientos previos para completar tareas. Finlandia, con un 35%, fue el país con la mayor proporción de adultos de alto rendimiento.
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Lo peor de todo es que esto no tiene pinta de que vaya a mejorar. Lo normal sería pensar que la brecha de habilidades entre mayores y jóvenes podría reflejar los efectos del envejecimiento, así como el menor acceso a la formación que tuvo la población de más edad. Sin embargo, los jóvenes de hoy en día no están mucho mejor. Dos profesoras de la UPNA, Mónica Aznárez Mauleón e Isabel García del Real, hicieron una interesante reflexión en este mismo periódico hace unos meses. Explicaron que hace años que observan carencias en comprensión lectora en los futuros maestros. Desgraciadamente es un problema generalizado que viene originado, en parte, por el excesivo uso de las nuevas tecnologías en colegios e institutos, la dificultad para mantener la atención en el aula y el abandono de la lectura. Estas profesoras afirmaban con razón que “se rechazan libros porque no se entienden. Y no se entiende simplemente porque no está explícito en el texto. Si como sociedad no somos capaces de ver lo oculto, de leer entre líneas... nos van a poder manipular de cualquier manera”. De hecho, ya lo hacen.