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El rincón del paseante

Patricio Martínez de Udobro

De comercios, siglos y familias

De comercios, siglos y familiasPatxi Cascante

Hola personas. Aunque sea una semana tarde, obligaciones navideñas me impidieron estar con vosotros el domingo pasado, sed bienvenidos a mis paseos 2025.

El paseante de hoy una vez más se va a ver condicionado por los achaques de esta vieja carcasa en la que viajo por la vida que me han impedido, de nuevo, darme un largo paseo para contarlo en estas líneas, pero no por eso me voy a quedar callado, quiá. Para escribir hoy me voy a servir de un libro que nos da cuenta de forma exhaustiva de una de las fuentes de riqueza que, antes de la industrialización y el desarrollo, era puntal de muchas familias pamplonesas y servicio para toda la ciudad: el comercio.

Que no sea capaz de hacerme una docena de kilómetros y que tire de un libro para dar cuerpo a este ERP no significa que en él vaya a faltar dinamismo, en absoluto, pocas cosas hay en el mundo más dinámicas que un libro. Un libro es capaz de recorrer el mundo de cabo a rabo, es capaz de viajar por la historia desde la noche de los tiempos hasta nuestros días, es capaz de incluir en sus tripas a todo tipo de casos, cosas, gentes y personajes.

El libro que hoy nos va a llevar de paseo por la micro historia de Pamplona de los últimos 150 años, año arriba año abajo, que nos va a ayudar a recorrer con nuestra memoria lugares que conocimos y que nos va a dar noticia de otros que no alcanzamos a conocer, se publicó hace 6 o 7 semanas y hace 2 o 3 su autor tuvo el detalle de venir a entregarme un ejemplar en mano para agradecerme la colaboración que le he prestado en la confección de su obra. Colaboración mínima si la comparamos con el volumen total que él ha dado a la luz. El libro del que hablo es la última obra de Carlos Albillo Torres, “Comercios centenarios de Pamplona” y en él se dan a conocer, de forma exhaustiva, todos los comercios de nuestra ciudad que llegaron a tan señera edad y otros muchos que no lo consiguieron, por mucho o por poco, pero que estuvieron en esta o aquella calle, ocupando un espacio, dando un servicio, siendo referencia geográfica de muchos puntos de la ciudad. Yo aún empleo estas referencias cuando quiero indicar un lugar y puedo decir, de forma habitual, que ayer me encontré con fulanito en donde el Palacio del Niño, o frente a Sagarra, o junto a Tarsicio Ortiz. Los comercios, los de toda la vida hacían ciudad, no así ahora que son efímeros y nadie los recuerda.

Carlos Albillo no se ha dejado a nadie. Su labor profesional, como gerente de la Asociación de comerciantes del casco antiguo de Pamplona, le da un puesto privilegiado para su fin, pero su espíritu de ratón de archivo es fundamental para que pueda desplegar todo el alarde de detalles que despliega en su obra. Alarde al que ya nos tenía acostumbrados en su Blog “Memorias del viejo Pamplona”, al que yo recurro más de una vez cuando quiero aclarar alguna duda o conocer algún dato.

Nada más abrir el libro nos encontramos, antes y después del índice, con dos bonitas páginas en las que vemos un collage de anuncios de antiguos establecimientos. Así en ellos vemos que en la calle San Miguel 6, Agurruza realizaba toda clase de plisados; que la imprenta Bengaray ofrecía sus servicios en la calle Mayor 86; que la droguería de Hijos de Zoilo Pérez, en su tienda de Zapatería 7, nos ofrecía tintes, pinturas, aceites, barnices y brochas; que la pastelería Garicano nos podía endulzar la vida en sus dos direcciones de Blanca de Navarra 13 y Carlos III 7, que Almacenes Inda (Antigua casa de saldos) tenía material para vender al por mayor y al por menor en Calceteros 6; o que el bar Ulzama, en San Nicolás 12, tenía un espléndido surtido en banderillas. Entre estas dos entretenidas páginas se halla el extenso índice en el que figuran los comercios centenarios ordenados por sectores e indicando su fecha de constitución y su fecha de cierre, si es que ha cerrado. Así vemos que el establecimiento más antiguo de Pamplona es Casa Manterola que es más que bicentenario y aún sigue ofreciendo sus servicios en la calle Tudela, según vemos se fundó en 1810. 214 años en activo, casi nada. 18 son los apartados en los que Albillo divide su índice, entre otros, vemos alimentación y bebidas, droguerías, farmacias, hogar, piel y calzado, ópticas, fotografía, armerías, tintorerías, música etc. etc.

Bucear entre las hojas de este libro es una gozada, no solo nos cuenta que este o aquel establecimiento estuvo en esta o aquella calle, no, eso solo es el comienzo, y eso, a poca memoria que tengas, lo sabe cualquiera, cuando habla de una firma comercial nos cuenta quién, cuándo y dónde la fundó, con nombre y dos apellidos, con quien estaba casado o casada, donde vivían, cuantos hijos tenían, cuales de ellos continuaron el negocio, qué cambios de ubicación tuvo, las distintas razones sociales con las que fue nombrado, los diferentes epígrafes catastrales en los que estaba incluido, los cambios que experimentaba acordes con la demanda del mercado, quién y cuándo lo tomó en traspaso, quienes eran sus dependientes y en qué año se jubilaron, cuántos años prestaron servicio en la casa, qué reformas se llevaron a cabo en el local y quién fue el arquitecto que las firmó, así, por ejemplo, gracias a él sabemos que Francisco Garraus y Javier Esparza fueron los autores de los grandes Almacenes Unzu, nos cuenta qué parentesco les unía a los propietarios con otros propietarios de otras tiendas del sector, dando a conocer auténticas sagas, da razón de donde proceden algunos de los muebles que aún, a día de hoy, se encuentran en alguna de las centenarias tiendas, como, por ejemplo, las bonitas vitrinas que tiene en la trastienda la mercería Ferrán de la calle Mayor, fundada en 1922, y que, según nos dice Carlos, proceden del Bazar Ostiz, en el que trabajaba Pepita, una de las hermanas Ferrán Rubio, que se encontraba en donde luego estuvo Zapatería Amorena, esquina de San Nicolás con Pozoblanco y que al cerrar en 1940 le dejaron llevarse los muebles a su mercería, dichos muebles parece ser que procedían, a su vez, de una sombrerería y platería parisina. ¿Qué? ¿Da detalles o no da detalles? No me he podido resistir y me he acercado a la vieja mercería de la calle Mayor a ver semejante joya y, ciertamente, es una pieza de museo, me ha recibido Paquita, encantadora, y me ha dejado verlo y fotografiarlo todo a placer, el paraíso del botón, el hilo y el abanico.

Y hasta aquí puedo contar, me dejo mucho, resumir 383 páginas en 5 columnas no es fácil. Haceos con un ejemplar, vale la pena.

Besos pa tos.

Facebook : Patricio Martínez de Udobro

patriciomdu@gmail.com