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El farolito

F.L. Chivite

Toca remontar

Toca remontarEP

Pude ver a Elon Musk bailar con un androide que tenía la forma y el aspecto de una chica encantadora. Puede que fuera un vídeo falso, claro. No obstante, yo me lo he creí en el acto. La chica parecía real y sonreía como una diosa. Por cierto, la idea de cultivar en el laboratorio piel humana para recubrir androides con el expreso y único propósito de que, al tocarlos, se parezcan del todo a las personas, ¿la he leído por ahí, en alguna revista, o la he soñado yo solo? No lo sé. Mira, yo ya: qué quieres que te diga, Lutxo. Entiendo que todo fluya. Me parece perfecto. Si me dices que todo está ardiendo, también me lo creo. Somos fuego, muy bien. Pero tiene que haber algo a lo que aún podamos aferrarnos, viejo gnomo, le digo. El fútbol, dice él rápidamente. Ya, pero, hostia Lutxo, yo me refería a otra cosa, a algo que no fuera precisamente el fútbol, le digo. La justicia, la verdad, algo así: los viejos valores de la tribu, ¿te acuerdas? Así que me mira con seriedad y me suelta: Los viejos valores de la tribu nunca mueren. Y acto seguido, se recoloca la boina. Ahora le ha dado por ponerse una boina.

En fin. No obstante, Musk, con todo su aparato, que justo en este instante brilla y reluce con fulgor luciferino, solo es el profeta que precede al que vendrá tras él. Que me imagino que será el mesías, más o menos. Egos supremos, en todo caso, con una elevada distorsión de la realidad y que, al parecer, podrán comprar gobiernos, le digo. Y entonces Lucho, pone cara de estar pensando y opina que en la plaza de los fueros tendríamos que poner una bandera más grande. ¿Más aún?, le digo. Cuanto más grande mejor, recalca él, con acento de la zona media. Pero yo, a eso, ya no entro, lo siento. Tamaños de banderas, qué tontería. Deberíamos dejar de hablar ya de tanta tontería y empezar a echar un vistazo a lo que estamos creando –le digo–. Y me suelta: Tienes razón, ahora toca remontar.