A ver, cuadrilla, a organizarnos, se nos echa el tiempo encima. Resulta que en Donosti a nuestros navarros coches –y a todos, ojo– les van a pedir no sé qué pegatinas que aclaren qué tipo de vehículos son y si no son de bajas emisiones en un tiempo no vamos a poder pasar por determinadas zonas de la ciudad para ir a mearlas playas y comernos un helao, que es lo que hacemos los navarros de bien. Esto también lo van a pedir en Iparralde y te puede caer hasta multa, pero hoy por hoy lo que nos ocupa es que en Donosti ya se han organizado y aunque va a haber tiempo para amoldarse y según qué coche tengas podrás pasar no es menos cierto que poco a poco se irá acabando el tiempo y que si no espabilamos y actualizamos nuestros bugas pues igual hay que ir a echar el día en bus.

Mi pregunta es: ¿ya hemos pensado nosotros algo para cuando vienen a por nuestras setas? ¿O a San Fermín? ¿O a Belagua a la nieve? No, no hemos pensado nada. Somos así de simples, vamos siempre por detrás, tanto que luego parece que reaccionamos por mera venganza o yo qué sé, por mero despecho. Porque igual aquí, a parte de la ciudad principal de la comunidad, también hay que pensar en proteger los espacios naturales que, aunque sea en ocasiones puntuales, a veces se saturan de vehículos y de contaminación, por mucho que sea cierto que no es lo mismo el volumen de tráfico que soporta una gran ciudad en comparación con zonas puntuales.

Pero en determinadas, no es desdeñable. En cualquier caso, más allá de la broma, no es mala idea –para coches locales y de fuera, claro–, con la pegade que no se suele tener en cuenta que esos coches que no pasan por el centro acaban aparcando o pasando por otros barrios, que se jalan el humo y la saturación que antes estaba más repartida. Son ideas sanas, pero hay que analizarlas al milímetro para no crear ciudadanos de primera, segunda y tercera según dónde vivas.