Marina Curiel, portavoz del PSN-PSOE en el Ayuntamiento de Pamplona, se ha venido arriba tras el “paso tan valiente” del apoyo a la moción de censura contra la alcaldesa Ibarrola (UPN). Las relaciones entre ambas “a día de hoy son inexistentes”. El PSN ofrece apoyo externo al gobierno de coalición de EH Bildu (alcaldía), Geroa Bai y Contigo-Zurekin. Curiel enfatiza que los socialistas municipales son “determinantes” para cualquier tipo de acuerdo e iniciativa en el Ayuntamiento de la capital, y presume de controlar las formas de gestión de Bildu, “como elefante en cacharrería” en su etapa anterior (2015-19).
Repite a la candidata Elma Saiz, fugada por ascenso, cuando destaca que “Pamplona es la gran apuesta del Partido Socialista”: trabaja para “poder liderar este Ayuntamiento”. La realidad le baja de la parra. El determinante en el Gobierno de Navarra, del que Pamplona es consecuencia subsidiaria, es EH Bildu. Sin su interesado apoyo externo, Chivite no sería presidenta. Es curiosa la comparación entre las primeras elecciones municipales (1979) y las más recientes (2023). En aquellas y en estas, el PSN obtuvo 5 concejales (Corporación de 27) y fue tercera fuerza política municipal, con 13.481 y 15.850 votos, respectivamente. El PSN alcanzó la alcaldía en 1979 (Balduz) al recibir el apoyo de Herri Batasuna y del PNV, a pesar de haber negado su apoyo a HB, segunda fuerza a un concejal y menos de mil votos de la hegemónica UCD. Una sorpresa.
A los cuatro años, Balduz revalidó la alcaldía como lista más votada (29.015) tras haber sumado seis concejales más (11) y más que duplicado los votos. El PSN tuvo en Pamplona el mayor respaldo social en las elecciones de 1983, 87 y 91. Su mayor declive llegaría en las de 2011 y 2015. En 7 de las 12 elecciones celebradas ha sido 3ª fuerza municipal. Entenderse con UPN y no facilitar acuerdos alternativos ha marcado su trayectoria desde 1987 hasta la situación del último año. La excepción.