Admitiendo nuestra ignorancia sobre la cosa judicial –y más en estos tiempos, con tanto juez instructor metido impunemente a inquisidor general–, nos tiene perplejos el tono machirulo con el que están desfilando los acusados, y algún que otro testigo, en el juicio por agresión sexual y coacciones a la futbolista internacional Jennifer Hermoso.

Cualquier abogado con dos dedos de frente les habrá dicho, sin duda, que vayan a testificar con humildad y con sumo respeto al tribunal y a la propia Hermoso, pero se ve que no quieren, o no pueden, y acaba quedando en evidencia el ambiente machista –al menos el de entonces (aunque dudamos de que haya cambiado mucho)– en la Federación Española. Como plan para salir absueltos no lo vemos.

Pero lo logren o no, el daño a la reputación de la mayoría de ellos va a quedar para siempre. Ellas están logrando que los tiempos cambien y achicando cada vez más el espacio para los trogloditas.