Mientras Verdeliss ganaba en Brasil el sexto maratón de su serie ‘7 maratones en 7 días en 7 continentes diferentes’ yo me enfadaba por equivocarme tres veces seguidas de carril en el Megapark de Barakaldo. También hay que conseguirlo, ¿eh? Tres veces. Había ido a Leroy Merlin a por un grifo y a hacer un poco de turismo ferretero de interior entre esos pasillos faraónicos en los que solo puedes volver a perderte. Mi hijo, que además es mi fiel escudero en todo tipo de aventuras, había recordado el rap de los continentes, un temazo que en su día escuchamos en nuestros trayectos demasiadas veces pero que terminó dejando poso intelectual. Verdeliss está repitiendo continente en algún momento, pero supongo que si no lo hace de manera consecutiva, el lema de su reto benéfico sigue funcionando. Partió América en dos y sumó la Antártida. Bueno, vale, comentábamos mi hijo y yo mientras quería elegir –de noche– el carril de la derecha pero volvía a introducirme en el túnel subterráneo que nos sacó –otra vez– de la ruta a Leroy Merlín, que era nuestro challenge particular. Se ha de saber elegir retos a la medida de cada cual. Hay mucha sabiduría en eso. También hay que tener esas piernas de antílope, esa voluntad de acero corten y ocho hijos. Sobre todo, ocho hijos. Si yo hablando con uno casi fui incapaz de llegar a por un grifo que, en gasolina, ha duplicado su precio, con ocho en una monovolumen estaría ahora mismo llorando en algún área de servicio de Albacete. O de Ucrania. El grifo no sé si nos va a servir, puede que haya que volver a por otro. Esperaré a haber cobrado lo siguiente, porque es fácil que tenga que llenar depósito varias veces antes de cruzar línea de meta en Barakaldo. Pero lo que me ocupaba también la mente mientras me equivocaba de carriles era una pregunta clásica, ¿se puede ser bueno en lo tuyo sin ser buena gente? Soy del equipo Kapuscinsky, que afirmó, y sobre todo demostró, que no se puede ser buen periodista sin ser buena persona. Más desarrollo en la siguiente columna. En esta gana el grifo.