Hace semanas que perdí el hilo de lo que dice o argumenta el tal Mazón. El tal Mazón, para situarnos un poco, estaba al cargo de la comunidad autónoma en la que en octubre sucedieron las riadas más catastróficas de las últimas décadas en España y el tipo se pasó más de la mitad del día sin aparecer, enfrascado en alguna actividad política o no de la que no ha dado señales claras desde entonces.

Recordemos que mientras ríos y barrancos crecían desaforadamente –un día que estaba marcado con un X roja, puesto que Aemet había anunciado precipitaciones extraordinarias, no es como si llueve hoy– y los responsables valencianos no enviaban señal o aviso ninguno a su población pese a tener acceso a los datos de los barrancos y ríos como los demás –la web dio datos públicos toda la tarde–, el tal Mazón no se sabe dónde estaba. Esto en cualquier lugar mínimamente civilizado hubiese supuesto la dimisión inmediata del mentado, al margen de que otros estamentos locales o nacionales cometiesen o dejasen de cometer errores, algo que está judicializado y en estudio minucioso.

Pues él, nada, ahí sigue, erre que erre, empeñado en cada vez variar o cambiar un poco su versión, la última indicando que llegó al centro de emergencias a las 20.28, cuando ya se había enviado un sms de alerta a la población que llegó alguna hora tarde. Y esto ante el apoyo primero no tan abiertamente pero ahora completamente total de una dirección nacional del PP que ha hecho de la defensa de Mazón un asunto innegociable. Repito: principal dirigente de la comunidad con la mayor tragedia fluvial en décadas desaparecido de la escena durante todas las horas en que se gesta la tragedia. Si no te lo cuentan y te pellizcas es que no te lo puedes creer. Pero es cierto, tan cierto como que casi medio año después los valencianos aún no dan crédito a que no haya dejado el cargo, aunque solo fuese como detalle estético.