El mismo día que se inauguraba una sala de lactancia para las atletas en Larrabide y que permitirá a las atletas madres conciliar mejor la maternidad mientras entrenan, nuestro buque insignia en los últimos cinco años, Asier Martínez, velaba armas para su participación en el Campeonato de Europa en Pista Cubierta.
Asier competía en la última serie ayer por la noche y a la hora de redactar estas líneas aún no había competido, pero si estaba en sus marcas o cerca lo lógico es que metiese su dorsal en las semifinales. En todo caso, un lujo tener a alguien de su calidad –fue 4º el año pasado en el Europeo al aire libre, pese a un tropezón– al frente del atletismo navarro, que pasa por unos años de menor relumbrón que a principios de década por la retirada de varias atletas y la mayor veteranía de otras, así como por también algunas bajas en el apartado masculino, como Adrián Vallés, por ejemplo.
De cosechar varias medallas tanto en pista cubierta como al aire libre se ha pasado a rascar menos metales, pero eso no minimiza el trabajo de élite, ni de la clase media, ni el de la base, con cada vez un mayor número de niños y niñas federados y la futura puesta en escena del nuevo módulo cubierto de Larrabide, que no es una pista cubierta como durante años se demandó con justicia pero que algo ayudará, claro. El deporte, la élite, los nacionales, las medallas ya en categorías grandes, son siempre asuntos muy complejos y para los que hay que aunar talento, dedicación y casi casi como ocupación única. Hablamos de un deporte que apenas genera ingresos para los atletas y en el que muchos de ellos y ellas sobreviven con pequeñas becas y compaginando con estudios y trabajo. Es fantástico abrir instalaciones positivas. No lo sería menos buscar vías propias navarras para que cumpliendo determinados requisitos se pudiera ayudar a atletas a dedicarse x años en exclusiva a buscar la excelencia.