No le descubrimos nada a los lectores –y aún menos a los usuarios de esa red social– si les decimos que a Twitter (X para su dueño) le faltan tantos filtros que a menudo se convierte en una cloaca pestilente. Se suspende el Barça-Osasuna porque el médico blaugrana se muere horas antes, en el hotel de concentración del equipo, y aparecen los trolls a ironizar sobre lo bien que le viene la suspensión al Barcelona o a asegurar que si hubiera sido el médico de Osasuna se habría jugado.
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En un equipo profesional –y aún más en el fútbol, en el que raro es el jugador que no arrastra alguna molestia o algún dolor–, el médico es un miembro más de la plantilla, a menudo mucho más cercano a los futbolistas que el propio staff técnico, que va de equipo en equipo. Dudar del impacto sufrido por los jugadores es miserable. El fútbol es lo más importante de las cosas sin importancia; la muerte de un compañero lo es de las cosas importantes.