Trump como enorme elemento disruptivo, la encarnación de otra conmoción mundial, la cuarta en un lustro. Primero fue la covid, un virus que nos cayó como un maldición bíblica, luego la invasión rusa en Ucrania, después el genocidio israelí en Gaza, y ahora el incipiente musktrumpismo. Cuatro sacudidas inimaginables con consecuencias mundiales. En 2020 la covid situó la inquietud inicial en China, con especulaciones de todo tipo. Dos años después el temor se desplazó a la Rusia de Putin, cuando empezábamos a salir del túnel pandémico. El tercer golpe al discernimiento, aún candente, lo viene protagonizandoNetanyahu tras la matanza y los secuestros de Hamás en 2023. El cuarto y último impacto ha sido el regreso deTrumpcomo elefante en cacharrería, relevando a unJoe Biden decrépito. Demasiado despiadado gobernando.
ACELERACIÓN Y VÉRTIGO
Si todo esto ha pasado en cinco años, ¿que más nos puede ocurrir en la segunda mitad de década? La sucesión de amenazas acogota, machaca la serenidad, afecta a los bolsillos y da vértigo. Y así vamos, vuelta al aire, como si nos cogieran por los pies y nos menearan una y otra vez.
El tándem de Trump con Musknos dibuja una pendiente autoritaria y rampas con delirios de grandeza. Musk es el triunfador engreído, el señor motosierra que compadrea conMilei, pero ahí seguimos muchos, enganchados a X.
Desde la covid hemos afrontado otras tres sacudidas mundiales. La sucesión de amenazas acogota y da vértigo. Estamos vuelta al aire
El panorama global ha cambiado tanto y tan rápido que estamos en shock, emoción perturbadora que la periodista Naomi Klein analizó en 2007 en un libro. Por más que observemos que EEUU, nuestro primo de Zumosol, nos mira con más suficiencia y nos desdeña, con el desconcierto que llevamos encima corremos el riesgo de improvisar demasiado y que los cantos militares nos terminen estrangulando y condenándonos a otra crisis. Tampoco hay que descartar que sea el trumpismo el que entre primero en barrena por sus desenfrenos arancelarios.
Así las cosas, confiar enVon der Leyenpuede ser tan pernicioso como encomendarse a la doctrina militar de Biden. Para enfrentarse a un capitalismo sin recato y a este neofascismo al pil pil se necesita repartir mejor el bienestar y que se note. Cada crisis en la UE, desde 2008, ha arrastrado una determinada narrativa. Esta vez el gasto militar retraerá ambición social, y eso alimentará el descontento del que se nutre la ultraderecha.
ATENCIÓN A MACRON
Es un hecho, en Ucrania la vara de mando la tiene Trump. ¿Cuántos años y dinero hacen falta para que este dominio se neutralice? ¿Va a enviar la UE “tropas de paz”? La situación exige la máxima transparencia en Madrid, París, Berlín o Bruselas, porque el oportunismo grandilocuente nos puede facturar en un viaje a ninguna parte. Eso implica fiscalizar al Gobierno español y también observar con lupa al vecino Macron, lanzado a una suerte de grandeur interesada y puede que nefasta. Entre Von der Leyen y Macron se nos puede quedar una Europa aún más atrapada en sus debilidades. De estar hoy en la Moncloa un talAlbert Riverame lo imagino aerostático, más inflado que un muñeco de Michelin en las antiguas gasolineras. Pero del Gobierno de coalición español se espera algo distinto en forma y fondo. Estas próximas semanas deberían servir para una reflexión más profunda frente a la vulnerabilidad que nos atrapa, a tanta injusticia que nos concierne o a tantos temores que nos encrespan, y tratar en lo posible de no retroalimentarlos. Ciertamente la urgencia aprieta y el desafío esmuy complejo.