La Organizacion Meteorológica Mundial (OMM) acaba de hacer público su informe anual sobre el estado del clima. Se trata del correspondiente a 2024 y sus conclusiones no hacen sino agravar la peligrosa tendencia de los últimos años, de sobra conocida. Conviene llamar la atención en primer lugar sobre el hecho de que el documento haya pasado sin pena ni gloria por la actualidad informativa, lo que da la medida de la pérdida de importancia de este asunto en la agenda política y mediática mundial. Como las modas, que son pasajeras, el cambio climático ha desaparecido del ranking de las principales preocupaciones, lo que en sí mismo constituye el problema principal, porque sin la conciencia de lo que se juega el mundo en este desafío será imposible alcanzar los escenarios que contribuyan a reducir el riesgo de eventos meteorológicos extremos. Según el informe de la OMM, las principales señales que miden el cambio climático superaron todos los registros anteriores. 2024 fue el primer curso en el que la temperatura media global rebasó en 1,55 grados los niveles del periodo preindustrial, lo que lo convirtió en el año más cálido registrado en los últimos 175. Esto no quiere decir que se haya incumplido lo establecido en el Acuerdo de París. Para ello haría falta cruzar esta barrera durante 20 años. Sin embargo, la tendencia parece haber fijado un rumbo irreversible, como lo confirma que cada año de la última década se haya situado en el top ten histórico de máximas temperaturas. Pero esto solo una parte de una situación mucho más compleja y que pasa por atacar la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, que ha alcanzado niveles sin precedentes y que es culpa de nuestro modo de vida. Como han demostrado los científicos, los gases de efecto invernadero son los principales responsables del calentamiento global. Pero volviendo al principio, el giro que ha imprimido la presidencia de Donald Trump afecta directamente al combate contra la crisis climática en una doble dirección. En primer lugar, porque ha sacado a su país del Acuerdo de París, ofreciendo al resto del mundo una coartada para aflojar en esta lucha y, en segundo lugar, porque ha alterado las prioridades del mundo a base de aranceles, rearme y ambiciones territoriales de corte imperialista que distraen ante una amenaza que avanza ajena a las miserias de las relaciones internacionales.