La carencia de profesionales de la Salud en los servicios públicos afecta a toda Europa y demanda una estrategia de amplio espectro. En primer lugar, el perfil demográfico conlleva un aumento inevitable de la demanda de servicios sanitarios a la vez que un descenso de la tasa de relevo. El primero por el alza de natalidad hasta hace medio siglo; el segundo por el descenso de la misma en los últimos 25 años.
En la última década ha provocado una competencia transfronteriza, que tuvo períodos más críticos en el pasado pero que, aún hoy y pese a las políticas de fidelización aplicadas por las instituciones estatales y autonómicas, continúa afrontando una carencia de profesionales. Este es un fenómeno que se agrava en el marco de la atención primaria. Los ratios de especialistas son, en este sentido, mejores que los de atención primaria, también porque algunas especialidades permiten una carrera profesional mejor remunerada. El esfuerzo colectivo que permite ofrecer condiciones laborales atractivas en el marco de la prestación pública no compensa esa realidad.
Prestigiar la atención primaria demanda un reconocimiento de estos profesionales, pero no parece que el marco económico y laboral vayan a ser, por sí solos, suficientemente atractivos sin la propia voluntad del profesional, su compromiso con lo público y la valoración de la estabilidad que esto proporciona en otras profesiones. Pero ese es más un fenómeno social, como lo es la corresponsabilidad del usuario y educar en una actitud razonable en el uso de lo público. Otros ámbitos a incidir son propiciar la investigación, aunque en el ámbito de la salud, como en otros científico-técnicos, la cooperación público-privada se antoja imprescindible. También el marco regulatorio es clave para responder con prontitud. La formación sobre el terreno y el tiempo establecido para la misma es, en el Estado y en el caso de los Médicos Interinos Residentes (MIR), superior en un año a varios países de nuestro entorno. Igualmente, un sentido práctico debería facilitar la tramitación de la homologación de profesionales extranjeros para eludir el cuello de botella administrativo de la administración estatal. Una insensibilidad formal más relacionada con la percepción casi ideológica del papel del Estado acaba de obstaculizar esa opción desde el Tribunal Supremo.