Aquí me tienen, echando de menos el Navarrómetro. ¿Lo recuerdan? Era aquella encuesta entre electoral, social y económica con la que los columnistas teníamos para mínimo 4 o 5 días de cháchara, vacía, pero cháchara al fin y al cabo, para comentar unos cuantos detalles, aunque solo fuera para criticar la escasa o nula aportación de las encuestas. Iluso de mí. Claro que valían, claro que sí: para hablar de ellas. Ahora que no hay te das cuenta de que en un panorama político tan extremadamente plano como es el navarro una herramienta de esta clase al columnista le hace una semana.

El columnista necesita cosas así, algún consejero o consejero boca rana, algún concejal excesivo, oposición que no lleve aprendidas 4 consignas y que ofrezca escenarios nuevos, cosas así. Nada, el vacío, tiene todo la misma emoción que cero. El otro día sin ir más lejos fue lo del PSN, eso de elegir su estructura y tal, y es todo tan repetido y siempre los mismos y las mismas frases troqueladas y huecas y eso que decía Calvino, que me gusta tanto y que se puede aplicar a tantas cosas y a tantas y tantos en la vida: no se puede respirar, todo está lleno de victoria.

Todo muy plano, como la réplica de un UPN que se ha agarrado a la descalificación y al insulto y a la cantinela –que es la que vende en Madrid– de que quien gobierna es en realidad Bildu y por ese camino que va y parece que quiere seguir yendo hasta vayamos a saber cuándo. El Navarrómetro rompía con eso una vez al año al menos y les daba algunos sustos a algunos, por lo menos, y alegrías a otros. O insinuaba tendencias o posibles claves. No sé muy bien por qué se eliminó. Posiblemente por gasto idiota. Quizá sea cierto. Pero anda y que no hay gastos idiotas en los PGN. Sobre todo en las grandes cifras, en las que apenas indagamos. Nos gusta lo chiquitico, chafardear, el asuntillo asumible, la cifra comprensible y cercana.