La fractura de las fuerzas a la izquierda del PSOE es una recurrente realidad en la política española que tampoco fue capaz de superar el proyecto de Izquierda Unida, impulsada por el PCE y concebida como plataforma de adhesión al calor del movimiento anti OTAN, hace casi 40 años. La atomización de sensibilidades y la rigidez de sus liderazgos arrastra un historial de desencuentros cíclicos con apelaciones a la lealtad propia y reproches a la deslealtad ajena que se reproducen desde la descomposición de Unidas Podemos, dando lugar al vigente antagonismo de Sumar y Podemos. Ambas formaciones se deslizan hacia una guerra abierta en la que lo fían todo a que solo pueda quedar uno. La evidencia de la debilidad consiguiente a su división no está sirviéndoles de palanca de cohesión sino todo lo contrario. Es cierto que, desde Sumar, se ha propuesto a Podemos una unidad de acción fruto de esa reflexión, pero también que la desactivación del votante de izquierda es una amenaza para ambos. Al otro lado, el actual liderazgo de Podemos –y el anterior, con un Pablo Iglesias latente y, en ocasiones, con aspecto de pilotar la línea de acción de Ione Belarra– está en la confrontación directa. La ponencia política con la que la secretaria general aspira a la reelección es un relato de agravios dirigido contra Yolanda Díaz y Sumar, a quienes considera meros instrumentos del PSOE contra la izquierda. Reproduce así la pugna por la pureza ideológica que ha sido en el pasado germen de la división del voto o su desincentivo. Se antojan antagonismos personales poco o nada edificantes, en los que la discrepancia se ha convertido en ruptura irreconciliable. En estos momentos, ninguna de las dos fuerzas aparece en disposición de capitalizar una agenda social o económica diferenciada de la otra y a ninguna favorece el discurso de la amenaza de la ultraderecha, del que obtienen más rédito el PSOE y cualquiera de las formaciones de izquierda soberanista del Estado. A la adhesión de Sumar, condicionada a sus prioridades, a la mayoría de investidura se añade la desafección estratégica de Podemos, que maneja la espada de Democles de la gobernabilidad dejándola sin mayoría parlamentaria. En la medida en que se refuerce el antagonismo y las posturas más dogmáticas, más amenazada estará la legislatura de Sánchez.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
