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Editorial

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Soberanía en el siglo XXI

El Aberri Eguna conserva y refuerza su papel en un entorno de inestabilidad y aporta, desde el sentido de pueblo, nación y patria basados en derechos y libertades, un modelo de convivencia

Soberanía en el siglo XXIPNV

El Aberri Eguna 2025 llega rodeado de nuevos retos sociales, económicos, tecnológicos y culturales que se añaden a los clásicos. La vasca es una nación unida en su diversidad, abierta y en proceso de ampliación de sensibilidades y orígenes. Inmersa en un entorno convulso en el que los estándares de la vieja estabilidad están en cuestión, el pueblo vasco tiene derecho a trazar su camino sin tutelas en la definición de los nuevos y desde el compromiso con principios hoy cuestionados.

Principios democráticos de convivencia, de igualdad, de derecho y equilibrio social y económico; de sostenibilidad ambiental y modelo de crecimiento y generación de riqueza ante las necesidades crecientes de una sociedad demográficamente transformada en edad y origen. Para todo ello son precisas las herramientas institucionales y la estabilidad jurídica acordes, que consoliden entornos fiables frente a la incertidumbre de las decisiones ajenas, demasiadas veces sometidas al capricho de ideologías no siempre democráticas.

Tensiones que inciden directamente en la calidad de vida de las vascas y vascos y en sus derechos y libertades. Trazar un camino propio, integrado en un marco equitativo de interrelación, afianzando el reconocimiento internacional de la realidad del pueblo vasco sigue siendo, como en los últimos dos siglos, no solo un proyecto político sino un desempeño vital frente a la uniformización que dictan intereses no propios y, desde luego, no colectivos. El nacionalismo no es un sentimiento denostable pese a quienes han tomado su nombre en vano.

La nación es sociedad cuyos miembros coinciden en proyecto y voluntad de ejercerlo y el nacionalismo del siglo XXI no es el que dictan los populismos que levantan barreras e imponen por la fuerza sus voluntades. El pueblo vasco es una realidad que ha aprendido una vocación integradora, de solidaridad y de convivencia desde el respeto a la diferencia y a la divergencia, en ocasiones con mucho dolor. Y desde su resiliencia, tiene argumentos para reclamar el reconocimiento de su derecho a tomar decisiones y participar en la definición de las que le afectan. Un pueblo soberano no es una patria atrincherada, pero tampoco sometida. La apertura hacia el futuro, hacia Europa y el mundo y los consensos desde el respeto definen al soberanismo vasco del siglo XXI.