Mbappé realiza una entrada brutal a un jugador del Alavés, sin ningún afán de jugar el balón –aunque el árbitro se acongojara y mintiera (sí, mintiera) en el acta– y con claro riesgo de destrozarle la pierna. De 4 a 6 partidos con unos jueces normales que aplicaran el reglamento de una manera normal. Pero la sanción es de solo un partido... y lo más llamativo es el silencio de los corderitos. Los corderitos del resto de clubes, que ya ni alzan la voz contra las tropelías de los grandes de la Liga, no vaya a ser que queden señalados y les piten unos sospechosos penaltis en contra. Y los corderitos de los jugadores, que para muchas cosas tienen sus asociaciones de adorno, en vez de defender sus derechos –van a acabar jugando día sí y día no– y hasta su integridad física. Es tan estruendoso ese silencio, tan cobardica, que dan ganas de decirles: “Poco os pegan y poco os roban con las facilidades que les dais”.
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