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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

Tiempo de tranquilidad

Tiempo de tranquilidadGobierno de Navarra

Los datos del desempleo en Navarra del mes de abril son buenos. El impulso de la Semana Santa ha llevado la afiliación a la cifra récord de 313.192 personas trabajando y ha reducido el paro en 976 personas, situando el número de personas desocupadas por debajo de las 30.000. No sé cómo reciben las personas sin trabajo las estadísticas sobre la evolución del empleo. Seguramente, con desinterés. Tienen razones para la desconfianza irónica y el malestar del descreimiento. De hecho, entre esas 29.491 personas desempleadas –la cifra más baja en un mes de abril desde 2008–, más de un 12% suman ya más de un año sin trabajo, el desempleo femenino sigue decreciendo más lentamente que el masculino y penden sobre las futuras estadísticas las incertidumbres laborales que señalan a cientos de trabajadores y trabajadoras en empresas importantes como Sunsundegui, Nano o BSH, por ejemplo. Lo positivo y lo negativo forman las dos caras de la moneda del paro. Aún así, esas cifras –Navarra tiene la menor taso de paro del Estado–, son otro indicativo del tiempo de tranquilidad que vive Navarra desde hace una década. No es una balsa de aceite, pero la estabilidad política y social sigue siendo una garantía de avances sociales y económicos, desarrollo, servicios públicos y prosperidad. El tiempo transcurre agitado apenas por las soflamas partidistas o sindicales habituales, los interminables y cansinos debates legislativos, los intercambios de reproches políticos de siempre y los problemas ciudadanos derivados de la burocracia administrativa. En un mundo en el que la queja se ha constituido como un elemento social clave de las sociedades más acomodadas, tampoco la sociedad navarra es ajena a ese estado de ánimo en el que la normalidad diaria de la vida se condimenta con el ejercicio de la queja individual o colectiva. Unas con argumentos justificados, otras muchas como un simple ejercicio de individualismo o de corporativismo egoísta. Ahora, con las primeras fiestas en las localidades navarras y en los barrios de Iruña se siente cerca ese paréntesis festivo-veraniego que se avecina en los próximos meses con los Sanfermines en el punto de mira. La fiesta lleva meses ya rodando –mesas, debates confusos, escaleras y adelantos del próximo programa–, y ahora llega la selección de los carteles del concurso de San Fermín. Tampoco este año me ha llamado la atención en positivo especialmente alguno. Siempre me queda la duda sobre los criterios de selección, la elección y composición del jurado y esas cosas. Sin más. Donde el mundo empieza a estar jodido es más allá de las mugas en que habitamos estos pocos cientos de miles de personas. En las trincheras de Ucrania y Rusia o en Palestina, donde Israel sigue cometiendo un genocidio indisimulado ante los ojos del mundo y el silencio cómplice de una UE que cada tiene menos de unión y más de desunión. Ahora en India y Pakistán. Y en otros muchos lugares, algunos cercanos. En la dependencia global de los caprichos de un tipo como Trump alimentado un presente de crisis varias por todos lados. Y a la espera de que el cónclave en el Vaticano encienda una fumata blanca que caiga de nuevo del lado bueno de la Historia. Navarra rampoco es un oasis, pero echando un vistazo global al mundo más allá de esta burbuja se puede parecer algo.