Lo de Vox Navarra no va de ideología, va de patología. Esta banda de islamófobos se vino arriba el viernes pasado, Fiesta del Cordero en el mundo musulmán, pensando que los comandantes omeyas tras un atracón de chilindrón árabe, se habían reencarnado y volvían para reconquistar la península ibérica de la mano de Musa Ibn Ziyad.

Tanto es así, que VOX ha registrado una moción en la que insta al Gobierno foral a que se prohíba esta fiesta en nuestra comunidad porque erosiona nuestra identidad navarra. Con dos. Esta banda sabe de historia lo que yo ingeniería aeroespacial. Nada. Porque la identidad navarra o vasca o vasco-navarra o española, es una bastardización genética fruto de siglos de mezclas y remix.

Y me pregunto qué se mete este tipo de VOX, al que pagan su inmerecido sueldo también los miles de musulmanes que cotizan en Navarra, para decir no ya sandeces, sino barbaridades que debieran ser consideradas delito de odio. Qué se mete esta banda de VOX para instar a todas las administraciones públicas a impedir que se consoliden prácticas “culturales foráneas que no forman parte de la tradición española”. ¿Acaso Halloween, el Oktoberfest, Papa Noel o el Black Friday, son españolas y mucho españolas? En serio. Esta banda de racistas confesos llenaría los psiquiátricos del mundo y no habría cura, ni sanación para ellos. Porque su salvación no está en este mundo, sino en el ultramundo de Iker Jiménez, ese fondo oscuro de la locura y la enajenación fruto de las patologías fascistas más graves.

Y ya puestos, se vinieron más arriba. Como estamos en plena invasión musulmana, dicen, qué mejor que volver a recuperar festividades ultras redentoras, como el Corpus Christi o el imbatible 25 de julio, día de Santiago “matamoros”. Nada que objetar, salvo que este Team Facha, sea claro a la hora de solicitar esa encubierta remigración, que no es más que un eufemismo de limpieza étnica.