La semana pasada, también es casualidad, el Gobierno de Navarra aprobó un decreto foral que, leo, configura el Sistema Interno de Información de la Administración de la Comunidad Foral de Navarra. Este sistema permitirá proteger a las personas que informen sobre situaciones que puedan constituir infracciones penales o administrativas graves o muy graves cometidas en el seno de la administración y que impliquen quebranto económico para la Hacienda Pública o la Seguridad Social. A falta de leer el decreto, que aún no se ha publicado en el BON, sabemos que se puede informar de forma anónima, lo que debe suponer una tranquilidad para quien lo haga, un acicatillo para quien esté en disposición de hacerlo y la constatación palmaria de que no se esperan heroicidades.
Porque las cosas que pasan pasan por sitios, las ven personas. Yo creo que todo se ve. Que siempre hay alguien que sabe algo y calla, a veces por elemental prudencia al no tener sino indicios, no contar con un cauce y sospechar el amparo del poder, que da miedito, otras veces por pura comodidad, otras por temor a equivocarse o a acabar pagando las consecuencias de la osadía. Otras porque se es la necesaria contraparte.
Pero se sabe, insisto. Cerca de las personas corruptas están las que comparten la bonanza sobrevenida y las que se escaman. Si yo me corrompiera, por ejemplo, estaría todo el día dándome masajes, venga soltar contracturas y venga relajarme. Si se corrompiera I, compraría tal número de libros y accesorios de cocina que sería necesaria otra casa. ¿Cómo se les notaría a ustedes?
Y volviendo al decreto, que ya digo que habrá que leerlo, espero que aclare qué se prevé hacer con las infracciones leves. Aunque sea una perogrullada, conviene recordar que todo lo grande empieza por algo pequeño.