Sensaciones de ocaso, de fin del hechizo. A todo encantador de serpientes un día se le cae el embrujo y recibe la picadura con o sin antídoto. “Si puedes mantener la cabeza cuando todos a tu alrededor pierden la suya y por eso te culpan, si puedes confiar en ti cuando de ti todos dudan”, escribió Rudyard Kipling en unos versos que recordó Vázquez Montalbán en La aznaridad y que ahora vienen al pelo, como este otro condicional: “Si los enemigos y los amigos no pueden herirte”... A Sánchez le han reventado el rostro y está atrapado en un problema muy grave. Los próximas semanas dirán si tiene que irse con la flauta a otra parte o recompone algo su liderazgo. La sacudida socialista me ha hecho recordar Los idus de marzo, película de George Cloney, Ryan Gosling y Philip Seymour sobre las tripas sucias de la política. El boquete abierto por Koldo el grabador requiere de una rigurosa evaluación de daños, indefectiblemente incompleta mientras la investigación de la UCO siga en curso. La duda sobre quiénes arderán en la hoguera y a qué ritmo, alimenta la sensación de oportunidad malograda para el progresismo. Navarra está en el epicentro de la crisis. La situación para Chivite, para el PSN y para el Gobierno en su conjunto es delicada. Singularmente para la líder socialista, que estrenó la primavera con un congreso interno dulce y en tres meses ha pasado de la miel a la hiel.
Sánchez sigue en carrera, pero hoy es un hombre cojo, con el maillot rasgado, el tabique aplastado y el costillar dolorido. ¿Se repondrá?
La guerra
Sánchez dice ser “consciente” de que no representa solo al PSOE, sino “a millones de personas que no quieren una alternativa del PP con Abascal”. El líder socialista ha recordado por qué llegó Núñez Feijóo a la sede de Génova, y cómo la derecha lleva pidiendo elecciones anticipadas desde 2018. Las hubo en 2019 y en 2023, y parece complicadísimo esquivar otro adelanto, pero Sánchez no va a darles el gusto de entregar la cuchara de inmediato. La frase “ha decidido una agonía lenta pero será más dolorosa” de Borja Sémper (PP) es un anticipo de guerra cruel. Y hay socialistas como Page empuñando la daga y tertulianos coreando.
No habrá tregua
El dique frente a la España reaccionaria está resquebrajado. Hasta ahora el capital simbólico y demoscópico de Sánchez nutría la entente progresista, descuajeringada Yolanda Díaz. Ahora, tras un porrazo monumental, Sánchez sigue de momento en carrera, pero faltan radiografías para conocer el alcance completo de las lesiones. Hoy es un hombre cojo, con el maillot rasgado, el tabique aplastado y el costillar dolorido.
Ojo avizor
El relato fundacional del sanchismo se ha roto. Si Sánchez quiere continuar necesita unas gafas de culo vaso tras lo sucedido. Eso, por de pronto. Por acérrimos que sean los odios de la derecha, esto no va de fervores. A veces el contrario tiene parte de razón o dice cosas con sentido. Olvidar ese precepto es la antesala de graves errores y una pérdida segura de solidez política, lección permanente para políticos y periodistas. Ahora bien, la derecha no está para mucho magisterio, y su hipertensión conduce al pesimismo. Hace unos días, la presidenta de un medio digital quiso dar la nota y calificó a Sánchez de “personaje más siniestro de la historia de España”. Una muestra entre mil de la degradación argumental que atrapa a mucha peña, abonada a las burradas con tal de zaherir a los condenados por ‘antiEspaña’. Esta pulsión autoritaria puede alcanzar un poder nunca visto desde hace medio siglo. Pero eso ya se sabía en 2023.