Ayer se cumplieron 40 años del inicio del Tour de 1985. El año anterior, con un Fignon dominador, el Reynolds había sido la gran estrella de la delegación española, con Arroyo sexto y una victoria de etapa y con Delgado abandonando por una caída cuando marchaba quinto en la general. En 1985, sin embargo, Delgado se había ido al Orbea y Arroyo al Zor y los seguidores del Reynolds lo fiábamos todo al recién llegado Chozas, que respondió con creces con una etapa y una novena plaza, y el joven Iñaki Gastón, que fue en fuga varias jornadas. El día del prólogo, un chaval de 20 años acabó en el puesto 100, a 1 minuto y 1 segundo de Bernard Hinault, en ruta hacia su quinto Tour e igualar a Anquetil y Merckx. Diez años después de debutar, aquel chaval que ya tenía 30 años y que se llamaba Miguel Induráin Larraya levantaba por quinto año consecutivo el título de la ronda gala y unía su nombre a los que tan lejos veía diez años antes. El Tour tiene estas cosas. O tenía, puesto que hora la información va a tal velocidad y los corredores llaman la atención desde tan jóvenes que es difícil que ninguna surja casi casi de la nada. Este año el inicio se retrasa hasta el sábado que viene y, con sus carencias, el ciclismo de elite se ha convertido en un deporte moderno y con las últimas tecnologías al servicio de equipos, retransmisiones e información. Hace 40 años aún era un deporte perfectamente comparable al de los años 60, con escasos avances técnicos y muchos equipos con medios bastante limitados. Lo corrieron 4 equipos españoles –Reynolds, Orbea, Zor y Fagor– y 28 corredores nacionales. Este año, habrá 1 equipo –Movistar– y no creo que los corredores pasen de los 12-15. ¿Debutará este año algún nuevo Induráin o algo similar que dentro de 10 años podamos recordar con una sonrisa? No es fácil, pero por qué no soñar. Disfruten del Tour, de su magia y del verano. Salud.
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