El ingreso de Santos Cerdán en prisión ha dado al caso una dimensión añadida por la percepción de su papel en la presunta trama corrupta de mordidas a empresas a cambio de adjudicaciones públicas. No obstante, el hecho en sí de su privación de libertad tiene explicaciones razonables frente a la permanencia en libertad de José Luis Ábalos o Koldo García. Éstas se relacionan con el hecho de que no se ha visto sometido a los exhaustivos registros e incautación de material por la que sí han pasado los otros dos implicados. En ese sentido, es una decisión que no prejuzga el resultado del procedimiento investigador. Pero lo que en realidad le da una naturaleza propia a su participación es el papel político central que ha ocupado en la actividad del PSOE y el Gobierno Sánchez como intermediario y negociador de acuerdos de calado. En este ámbito, también hay elementos que cabe considerar razonables. Entre ellos, que como secretario de organización del PSOE fuera el hombre elegido para intermediar con los partidos del bloque de investidura en los diferentes momentos de necesidad del Ejecutivo Sánchez. Su participación con diferente grado de protagonismo en el diálogo con Junts, ERC, EH Bildu o PNV fue una función de valor para su partido sin conexión con su eventual participación en los hechos delictivos que se investigan. En el esclarecimiento de estos es donde el alcance de las consecuencias políticas debe medirse. En estos momentos, la sospecha que deja el auto de ingreso en prisión es precisamente si hay terceras personas físicas o jurídicas beneficiadas de la trama. Lo especula, pero no identifica indicio. No sería razonable asumir las nada sutiles insinuaciones de financiación ilegal de su partido que desde la derecha y sus medios afines se difunden en un intento de igualar el caso con el acreditado lucro por el que fue condenado el PP. Mientras no se acredite lo contrario, la situación de Sánchez no es la de Rajoy, que solo fue descabalgado por moción de censura pese a que tuvo imputados a tres tesoreros de su partido que manejaron sus cuentas durante 24 años. El daño político a la imagen de Sánchez y su cuestionable elección de colaboradores está hecho. Pero es la ciudadanía la que tendrá que valorarlo con su voto. Sánchez ha adelantado dos veces las elecciones; el PP condenado con s, ninguna.