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Tribuna

Reorientar la agricultura intensiva

Reorientar la agricultura intensivaMAITE GONZÁLEZ

La Dirección General de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra va a aprobar un decreto foral con una nueva declaración de zonas vulnerables a la contaminación difusa de las aguas producida por los nitratos procedentes de fuentes agrarias.

La primera declaración se materializó en Navarra en 2002 y se fue actualizando cada cuatro años, y correlativamente se aprobaron planes de actuación. Sin embargo, la situación no ha mejorado, y aunque no se ha deteriorado de forma significativa, se puede concluir que los planes de actuación aplicados los últimos 25 años no han sido en absoluto efectivos. La nueva declaración aprobará una superficie de zonas vulnerables de 247.854 hectáreas, situadas principalmente en el entorno de las zonas bajas de los ríos Aragón, Arga y Ega y en toda la ribera del Ebro, incrementándose en un 250% las 99.259 hectáreas que anteriormente fueron declaradas, debido principalmente al endurecimiento de los límites normativos.

La actividad agrícola es la que para obtener producciones elevadas utiliza, entre otros, fertilizantes nitrogenados químicos y también las aportaciones de fertilizantes orgánicos procedentes de las deyecciones ganaderas. Estos últimos son muy adecuados e interesantes, tanto económica como medioambientalmente siempre que supongan una verdadera sustitución de los fertilizantes químicos y no se apliquen de forma adicional o irregular. Por otra parte, el cambio climático va a provocar la reducción significativa del recurso agua en nuestra zona. Las aguas subterráneas deberían estar disponibles a medio plazo con calidad suficiente para abastecimiento.

Algunas voces, a mi juicio sin sustento de información suficientemente contrastada, imputan directamente la contaminación de las aguas a una relativamente reciente intensificación de la actividad agrícola y a la expansión de la ganadería industrial, a la que añaden la implantación de plantas de biometanización de las deyecciones ganaderas. Esto no está justificado porque dicho deterioro ya se presentaba hace más de 25 años. En el otro extremo de la mesa defensores a ultranza del sector primario no admiten que se le exijan medidas y programas de actuación más eficaces. Sin embargo, no aportan ninguna propuesta de solución al deterioro constatado en las aguas. Las administraciones, tanto la foral como el organismo de cuenca, han fijado su punto de mira en el sector ganadero, endureciendo sus condiciones de implantación sin que el sector de la producción agrícola tenga un nivel de exigencia similar.

Una vez vigente la declaración de Zonas Vulnerables, la Dirección General de Agricultura del Gobierno de Navarra debe de estudiar la situación y proponer en el plazo de 1 año planes de actuación serios para que se reduzca a medio y largo plazo la contaminación existente. Y este trabajo se puede realizar con un enfoque continuista que no ha dado resultado en la reducción de la contaminación, o profundizar en las causas y tomar medidas que sean realmente eficaces.

El Plan Hidrológico del Ebro establece los valores máximos de excedentes de nitrógeno que pueden recibir las masas de agua afectadas por contaminación difusa procedente de las actividades agrarias para alcanzar los objetivos ambientales previstos, asignándose valores específicos a las masas de agua concretas implicadas, y entre ellas las ubicadas en territorio navarro. Los estudios que se han realizado indican que una reducción en la aportación de nitrógeno al campo de un 20% provocaría a medio plazo la recuperación sostenible de la calidad de las aguas hasta valores inferiores a los que establece la normativa vigente. Ahora bien, esto tendría como consecuencia inmediata la reducción de la producción agrícola, estimándose dicho impacto en un 10%.

Esta es una medida que no se está difundiendo de forma expresa por el inicial impacto económico que con toda seguridad tendría en el sector agrícola. En caso de que se aplicara habría que buscar una compensación al sector por otros métodos aplicando nuevas técnicas agrícolas o medidas de otro tipo que compensaran dicha pérdida.

La propia Comisión Europea en el ámbito del Pacto Verde Europeo y su aplicación en la PAC está proponiendo la reducción del uso de fertilizantes en un 20% y de las pérdidas de nutrientes en un 50% sin que provoque deterioro de la fertilidad del suelo, y además un incremento de la extensificación y la agricultura ecológica (25% de las tierras en 2030). Esto requeriría una transición a sistemas innovadores de producción que utilizaran pocos insumos, por ejemplo, el empleo de técnicas agrícolas ecológicas y de precisión, el uso de inhibidores de la nitrificación o de digestores anaerobios a partir de deyecciones ganaderas. Sin embargo, tal como refleja el Tribunal de Cuentas Europeo en un informe de 2024, los planes estratégicos de la PAC 2023-2027 no se ajustan a las ambiciones de la UE en materia de clima y medio ambiente.

Por su parte, la Dirección General de Medio Ambiente está promoviendo la actualización de la normativa sobre la aplicación agronómica de las deyecciones ganaderas y de los digestatos. Incluiría medidas para garantizar la fertilización efectiva con las deyecciones y la introducción de las nuevas tecnologías (seguimiento mediante GPS,…) para verificar que lo que se plantea teóricamente en los proyectos autorizados se efectúa en la realidad y se registra. Esta y otras medidas de fomento deberían confirmar la apuesta del departamento por la fertilización orgánica frente al uso y abuso de fertilizantes químicos.

Para alcanzar los objetivos perseguidos es necesario que la parte agraria del Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente haga autocrítica de las políticas llevadas a cabo hasta el momento y apruebe medidas eficaces que hagan desaparecer los excedentes de fertilización actuales que contaminan las aguas subterráneas.

El consejero del Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente, responsable de la mejor integración de las actividades agrarias con la protección del medio ambiente,

tiene la última palabra para orientar el enfoque que va a aplicar nuestra administración y en un plazo de un año aprobar planes eficaces y avanzados. Que no sea otro cuatrienio en balde.

El autor es químico experto en temas medioambientales