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A PROPÓSITO

Jesús Barcos

Aquí un traidor

Aquí un traidorIñaki Berasaluce/Europa Press

El tiempo es un “verdugo implacable”, dijo Charles Bukowski, y el verano te lo recuerda. La crisis de los cincuenta existe por algo. Medio siglo es medio siglo, el ecuador de la vida en caso óptimo; el tercer y último round si el destino te quiere joder. Con 51 tacos esto se empieza a escurrir. Has ido ya a bastantes funerales y hasta has rebasado la edad de algunos muertos. A los 50 afloran miedos y neuras, la vida toma una velocidad inusitada y las rutinas se repiten; de casa al trabajo, del trabajo a casa. El calendario vuela y los imberbes se te suben a las barbas, mientras te vuelves más taimado y retrospectivo. Como ha escrito Isabel Coixet en El País, “hay un momento en que te das cuenta de que tus padres fueron personajes de una novela que no has leído”.

Del pasado al futuro

La historia se repite sobre variantes continuas. Para quienes nacimos en el final del franquismo el mundo parece otro. Transformarlo era un valor álgido en los setenta, en plena Guerra Fría, en tiempos que mejor no mitificarlos. Luego llegaron los noventa, y el auge de las ONG… simbólico pero poco epidérmico, con cierto cariz discursivo. Sin embargo, tras la crisis económica de 2008 y la pandemia de covid estamos en un ciclo depresor. No hay grandes utopías porque no hay grandes esperanzas. Como señala Ignacio Sánchez Cuenca en larevista El Ciervo, la izquierda se encuentra en fase recesiva.

Dice Abascal, henchido de sí, que un día van a “hacer pagar a los traidores su responsabilidad”. Lenguaje cuartelero de militroncho castigador

Entre la dolce farniente de este tiempo estival, las estampas en Torre Pacheco, en Jumilla o en la playa granadina de Castell de Ferro son para preocuparse. En Castell de Ferro con bañistas intentando atrapar a emigrantes que habían desembarcado en la costa. Placaje al recién llegado, el rugby de los desgraciados. Habrá quien dirá que son sucesos en el sur, pero las epidemias contagian sin fronteras. Y la de la derecha más cafre y su tentación xenófoba comienza a extenderse.

De justicia

Como ha recordado el catedrático Joseba de la Torre que en política se puede gestionar para aumentar las injusticias o para tratar de aminorarlas. La disyuntiva habita en nuestro sentido de lo justo, en nuestros intereses, en nuestra actitud ante la explotación o la miseria, y en nuestra idea de la democracia. Hace 19 años, el filósofo Emilio Lledó dejó escrita en El País una advertencia atemporal: “Sin el ideal igualitario no es posible la democracia”. Por eso, “la educación pública es el verdadero principio de la igualdad”. “No podemos renunciar a esa lucha, más cuando comprobamos el envilecimiento de la sociedad”, añadió.

Puntos cardinales

Otra reflexión certera, esta reciente, de Iván Redondo: “La diagonal de esta nueva época que se inicia será autoritarismo versus democracia”. El exconsultor de Sánchez echa en falta en La Vanguardia más “ambición frente a los autoritarios”. Desde luego no basta con recurrir al ‘No pasarán’ a modo de exorcismo, porque como conjuro no sirve y porque históricamente pasaron y cómo se agarraron. Es curiosa esa apelación casi mágica recordando su primer desenlace: una derrota durísima que se masticó durante décadas. Hablando de cruzados, dice Abascal, henchido de sí mismo, que un día van a llegar, van a aplicar su manual y van a “hacer pagar a los traidores su responsabilidad”. Lenguaje cuartelero de militroncho castigador. Aquí tienes otro felón, Santiago. A tu afán dogmático, a tus ínfulas de salvapatrias. Un traidor para tus planes y fantasías. Y a mucha honra.