Quizá, después de todo, la vida sea solo una charlotada. Nacemos sin querer, eso seguro, y con un destino final ineludible en el fuego o en un cajón. Entre medio, una sucesión de episodios que aparecen en un momento de ese tiempo, algunos divertidos, otros peligrosos, otros terribles, otros absurdos, otros simplemente ininteligibles. Es posible que la vida siga fluyendo entre charlotadas mientras existe. Quedan los recuerdos, algunos solo, mientras haya un mañana en el horizonte.

El paso del tiempo forma parte de esa vida de cada uno, la conforma y la modifica poco a poco. No sólo físicamente, sino también racionalmente. La simple observación de lo que ocurre alrededor de cada cual se contempla con argumentos y ojos diferentes en un tiempo o en otro. Al igual que la capacidad de análisis, la toma de decisiones o las convicciones y visiones de lo que ocurre a tu alrededor o de lo que ocurre en el mundo. Eso también se aprende poco a poco. Como a transitar de momentos de euforia y plena satisfacción vital al desconsuelo o la desesperación. Lo cierto es que somos capaces de pasar de unas imágenes o unos momentos de fiesta, risas y diversión a encontrarnos de golpe viendo otras imágenes terribles que arrastran a las lágrimas sobre las masacres, guerras, persecución, naufragios, hambrunas, miserias, etcétera. Comparten la cansina caída diaria de las hojas de nuestro calendario de la vida.

Pienso en el nombramiento del nuevo directivo de Osasuna, un tal Martín Corera Izu, que ha durado menos que una bolsa de caramelos a la puerta de un colegio. Al poco de hacerse público que era el elegido por el dedo de Sabalza o de quien sea para incorporarse a la Junta de Osasuna tras su proclamación de nuevo como presidente camino de ser eterno, empezó a borrar a la desesperada mensajes de sus perfiles sociales de apoyo al régimen supremacista y racista del sionista Netanyahu en plena masacre del pueblo palestino en Gaza y Cisjordania. Cerró también su cuenta en X, pero ya era tarde. Un aluvión de críticas de los aficionados y socios de Osasuna, los propietarios reales del club, aunque parece que se trata de cerrar bajo llave en el cajón del olvido esa verdad, impidieron que llegara a tomar posesión de su cargo.

No sólo es que sus posiciones son contrarias a la historia de Osasuna –varios de sus dirigentes, fundadores y jugadores fueron represaliados o asesinados por la política de exterminio del golpismo franquista en 1936–, y su valores humanos y deportivos, sino que el nombramiento coincide con el inicio de la ofensiva final del actual genocidio para arrasar Garza. Y cuando los datos del propio Ejército de Israel reconocen que el 83% de los muertos son civiles, miles niños y niñas, y cuando la ONU declara oficialmente la situación de hambruna en la zona. No tenía un pase. No sé qué mierda de mundo es este que busca vida allí donde sólo existe el infinito desconocido y asesina seres humanos, los condena al abandono, la violencia, el fanatismo religioso o político o destroza el equilibrio medioambiental del planeta sin límites aquí mismo donde la vida es real. Con los pensamientos perdidos por esos terrenos traté de consolarme con la esperanza de la fuerza humanista mostrada por la afición de Osasuna de que al final la vida toda no sea una charlotada de la que solo queda el paso del tiempo.