Poesía del acto de la mente es lo que, según algunos especialistas, Wallece Stevens, poeta estadounidense fallecido el 2 de octubre de 1955, brindó a modo de explicación para referirse a su obra poética ideal. Nacido en 1879, ya en 1923 presentó Harmonium pero buena parte de su creación quedaría inédita, si bien se cuenta con su recopilación Ideas de orden (1936). No obstante, gracias a estas y otras piezas (El hombre de la guitarra azul, 1937), podemos disfrutar de la obra de un hombre interesado de un modo especial en la literatura, el cubismo o el experimentalismo.
Y dieciséis días después de la muerte de Wallace Stevens, el 18 de octubre de ese 1955, quien abandona este mundo es José Ortega y Gasset, reputado filósofo que definiría ‘filosofía de la razón pura’ su notable obra. La rebelión de las masas (1930) o El espectador (1916-1935) son algunos de esos libros y Gaspar Gómez de la Serna, encargado de la selección de textos de una edición de El Espectador aparecida en 1969, escribe en el prólogo de dicho libro: “Ortega es un pensador: un profesor que desde su disciplina universitaria –la metafísica– puso en marcha una operación intelectual de alto bordo (...)”.
Y añade: “Su nombre corre ya por el difuso y desigual sistema venoso por el que circula la sangre cultural del pueblo español con la fluidez y la naturalidad orgánica con que navegan por él los de Cervantes o Quevedo”. José Ortega y Gasset: filosofía y docencia.