Hace 35 años llegué por Pamplona para montar un planetario; era una idea un poco loca de un gobierno progresista que acabó de aquella manera. El gobierno; el centro de cultura científica no, afortunadamente. Les confieso que ya entonces deseaba llegar contando historias del cielo a ese momento que tendrá lugar el 12 de agosto de 2026 con el eclipse total solar, a modo de colofón o broche de toda mi carrera.

Pero como bien sabemos los astrónomos (los astrólogos no) una cosa es lo que uno se propone y otra lo que va sucediendo. Nunca pude, claro, imaginarme que me iban a despedir del planetario, que lo iban a desmantelar y que se quemaría en un incendio. Pero los ciclos astronómicos llevan su ritmo y los eclipses que recorrerán la península ibérica en los próximos tres años estaban predichos y se verán tal y como se había calculado hace muchísimo tiempo.

Aunque ahora esté de moda tener gobernantes bocazas capaces de negar la ciencia y apostar por el prejuicio y los dogmas, la ciencia funciona, así que llevamos más de veinte siglos midiendo el movimiento de los astros y calculando cuándo se producirán esos eclipses sorprendentes y maravillosos. 

Por eso resulta tan decepcionante que el próximo eclipse total de Sol nos pueda pillar sin organizarlo adecuadamente. No solo a quienes somos astrónomos o amantes del cielo, porque hay mucha gente que se animará a ver cómo la Luna pasa por delante del Sol esa tarde.

Decenas de millones de personas que vendrán a verlo si logran salir del atasco que va a colapsar todas las carreteras de media España. Ojalá la comisión interministerial que se ha creado pueda convencer a muchas autonomías de que esto es algo serio, porque hay sitios donde todavía estamos por ver qué quieren hacer y cómo organizarlo. Y eso que llevamos treinta años avisando de que viene el eclipse.