Un año después del 29 de octubre de 2024 me sigue resultando asombroso –aunque lleve tantos años de experiencia como ciudadano del lugar, lo que en principio me debería dejar vacunado ante cualquier hecho insólito que ocurra entre Punta Umbría y Cadaqués– que el tal Mazón siga en su puesto.

Alguien que el día más terrible que ha vivido su comunidad en la historia reciente se pegó el 90% de su jornada laboral en eventos evitables e insípidos, en comidas según él privadas y a saber dónde hasta que pasadas las 20 horas –nadie se pone de acuerdo en la hora exacta– llegó a donde se reunía la supuesta plana mayor de la generalitat valenciana relacionada con la emergencia en curso. Solo con eso, con la constatación de que no estuvo donde tenía que estar a las horas en las que tenía que estar, debería de haber bastado para presentar su dimisión a las 24 horas. O a que desde su partido se lo hubiesen exigido a la mayor brevedad posible.

¿Si Mazón hubiese estado en su puesto (estando en los sitios correctos quieras que no te enteras mejor de todo y puedes influir más) hubiese cambiado algo? Nunca lo sabremos, pero lo que sí sabemos es que no lo estaba y que tendría que haberlo estado, al margen de que luego confluyeran un montón de situaciones y pequeños o grandes errores para que la tragedia se desarrollase como se desarrolló.

Pero estamos en un sitio que lo aguanta todo, superado hace ya tiempo el listón de la vergüenza propia y ajena. Ahora, el tal Mazón dice que se va a tomar unos días para reflexionar, tras las fuertes criticas ciudadanas recibidas el día del aniversario. Ya digo, si llevas por aquí unas cuantas décadas ya has visto prácticamente todo, pero he reconocer que lo de este individuo y lo de quienes le sostienen no sé yo si había entrado nunca en mi radar. La política genera situaciones casi inexplicables en ocasiones. Ésta brilla entre lo más alto.