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Matrimonios y ‘divorcio gris’

Como ponen de manifiesto diferentes estudios, asistimos a un aumento de separaciones entre personas que llevan medio siglo de vida en común

Matrimonios y ‘divorcio gris’Archivo

Para separados y divorciados no hay fiesta, ni homenajes ni banquetes. Sin embargo, no puedo recordar desde cuando en Navarra están institucionalizados los actos que agasajan a matrimonios por la cantidad de años de convivencia que acumulan. Ayer, por este motivo, se reunieron245 parejas en un hotel de la comarca. Estos eventos están sostenidos por alguna entidad de ahorro que agasaja a los protagonistas, poniendo mucho cariño y –como no puede ser de otra forma al tratarse de una entidad que busca captar el dinero ajeno– un interés nada desinteresado.

Desconozco también si el número de invitados guarda relación con la cédula matrimonial o con los titulares de cartillas y productos del banco o con las dos cosas. Sea como fuere, formar parte de una longeva pareja heterosexual tiene para algunas cajas más méritos de cara a la convivencia que personas que suman 50 o 60 años como solteros, aunque sean fieles clientes de la empresa. Si creemos en la igualdad, luchamos contra la discriminación y hay que dar normalidad a lo que la sociedad considera normal, ya vamos tarde para ampliar esos homenajes a arraigadas parejas de lesbianas y homosexuales.

Por otro lado, este tipo de acontecimientos con tan larga lista de convocados apuntan a ir adelgazando con los años. El matrimonio para toda la vida, con bendición del cura o firma en el juzgado, no está instalado como un concepto cultural en las generaciones más jóvenes. Además, como ponen de manifiesto diferentes estudios, asistimos a un aumento de separaciones entre personas que llevan medio siglo de vida en común. Un fenómeno bautizado como divorcio gris (se supone que los implicados ya peinan canas) y que con datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística supone que un tercio de las rupturas que se dan en España involucran ya mayores de 50 años. Un dinámica repetida en el resto de Europa, un cambio de paradigma. Entre los motivos, cobran relevancia la convivencia tras la jubilación, el síndrome de nido vacío por la marcha de los hijos o el hecho mismo de que el divorcio dejara de ser visto como un estigma social.

Dicen que la tendencia es imparable y debe ser asumida sin dramatismo, como un cambio de los nuevos tiempos. Que tomen nota en las cajas.