Pasé delante de Casa Seminario en el momento en el que estaban cubriendo los andamios de sus obras de rehabilitación con unas grandes lonas. Éstas reproducen la fachada del edificio desde cuyos balcones asoman 19 personajes reseñables de Pamplona, coincidiendo con la celebración del 2.100 aniversario de la ciudad. No me quedó otra que intentar adivinar quienes eran aquellas figuras simbólicas. Fue fácil identificar a San Fermín, el escudo de Osasuna, al doctor Arazuri, Rosa Oteiza, Caravinagre, Pompeyo, Pablo Sarasate, Arturo Campión...

Admito que no reconocí, entre otras, a la última reina de Navarra, Catalina de Foix, y a Carmen Baroja Nessi, así como una imagen que me llamó la atención: la de una mujer que aparece sonriente, ataviada con toga y birrete y acodada en un balcón del primer piso. Se trata de María Lacunza Ezcurra (1900-1984) quien, según la leyenda bajo el dibujo, fue la primera colegiada del Colegio de Abogados de Pamplona, abrió su propio despacho en los años 20, ejerció como letrada y trabajó en la Comisión de Reforma Agraria del Ministerio de Agricultura. Tras la Guerra Civil, fue depurada y nunca volvió a ejercer, aunque mantuvo su independencia y compromiso. Me pareció una mujer poderosa, todo un ejemplo y me avergonzó no haber oído hablar de ella.