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Sandías explosivas

Hace unas fechas aparecieron en China unas sandías explosivas. Lo hacían simplemente porque llevaban por exceso un acelerador de crecimiento. Y aquí, podría suceder lo mismo en cualquier momento a nada que a los encargados de aplicar el Forchlorfenuron en frutas y otros productos se les vaya la mano.

Es curioso (y dramático) comprobar cómo los estados y gobiernos, a través de sus ministerios de agricultura, departamentos, etcétera, permiten que estos aceleradores de crecimiento y otros compuestos como pesticidas, preparados hormonales, se hallen legalizados.

Sería bueno conocer cuánto daño han hecho y continúan haciendo en tantos y tantos años los insecticidas, tanto sistémicos, como no sistémicos. ¿No estaba permitido hace años el DDT? ¿Por qué se quitó entonces? Y sin salirnos del mundo rural, ¿no estaba permitida la uralita? ¿Cuántos han sido los tejados construídos con ella? ¿No llamaban alarmistas a los que pedían su supresión? Y miren por donde ahora los operarios que la están desmontando llevan trajes casi de astronauta para su protección.

Como vemos, en prácticamente todas las labores que se llevan a cabo para nuestra protección sanitaria, llegamos tarde y mal. Y lo triste del caso es que a todos aquellos que controlan y avisan sin que les mueva interés alguno sino un deseo de contribución altruista, se les ignora ipso facto.

En fin, no nos extrañe que cada día que pasa aparezcan más y más enfermedades que se ha dado en llamar raras. Pero más que raras, quizá habría que llamarlas nuevas, y su rareza podría pronto dejar de serlo si pusiéramos interés en conocer la causas que las generan.